jueves, 24 de enero de 2013

¿QUIÉN MATA LA VERDAD?

Por Salvador Montoya/Escritor
 
Lo he escuchado desde niño: “Salud amigos, en cualquier lugar de nuestra querida, contaminada y única nave espacial, la misma que ha dado otra vuelta sobre su eje imaginario, y sigue generando acontecimientos en pleno desarrollo”. Ese es Walter Martínez, al comienzo de su programa televisivo Dossier, con más de treinta años al aire. Viste con elegancia clásica éste periodista curtido en guerras y travesías mundiales y así va desnudando con verbo irónico, intensivo y diáfano los sucesos internacionales que transforman nuestro mundo. De su pedagogía geopolítica aprendemos varios principios. Él mismo afirma: “Hay dos teatros de operaciones: el real (sea crisis política, militar, gerencial) y el alternativo (el de los hechos a través de los medios de comunicación)”. Pierre Bordieu establece que la mentira es violencia simbólica. Otro intelectual francés Jean François Revel destaca que: “La primera de todas las fuerzas que dirigen al mundo es la mentira” (Jean François Revel, El conocimiento inútil, Barcelona, Editorial Planeta, 1989, p. 9). Por tanto, los hechos reales pueden ser alterados, pervertidos, excluidos o inventados por los medios de comunicación. Donde dominan las conjeturas, las miserias son aplaudidas. Revela el director del diario Últimas Noticias, en su artículo Cómo matan la verdad, que en Venezuela: “…también se libra una guerra mediática; con demasiada frecuencia las noticias que salen al exterior ofrecen la imagen de un país en bancarrota, falto de libertad de prensa y formas de gobierno con características dictatoriales, lo cual pueden comprobar los que tienen acceso a la mayoría de los poderosos medios de América Latina, España y algunas ciudades norteamericanas. Esta situación se repite en países como Ecuador, Bolivia, Nicaragua, y en menor grado en Argentina y Brasil (recordemos que el presidente Lula en una oportunidad dijo que no leía la prensa de su país porque le daba acidez). Nada fácil combatir y derrotar esas tendencias, particularmente la prensa y la televisión, que son los que forman la opinión de los habitantes de esos países sobre lo que acontece en Venezuela” (Eleazar Díaz Rangel, Cómo matan la verdad en Últimas Noticias, 19/02/2012, p. 12). Enfrentar esa alocada violencia mediática exige exégesis aguda, creatividad y lenguaje asertivo. Promueve el filósofo español Fernando Savater al decir: “Dudo que exista una solución definitiva a este problema. La única que se me ocurre es comprar varios periódicos y revistas, ver distintas cadenas de televisión y escuchar muchas radios. Es decir, buscar uno mismo la información en diversas fuentes, contrastarla y crearse  su propia visión. Pero por supuesto, esto no está al alcance de todo el mundo por razones económicas y de tiempo” (Fernando Savater, Los diez mandamientos en el siglo XXI, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 2004, p. 145). Así que tener una vida próspera precisa desarrollar potencialidades sanas de reflexión y de agudeza como aquello que proponía en su poema El árbol emponzoñado: “Estaba enfadado con mi enemigo; /no se lo participé y mi cólera aumentó” (William Blake, Poesía Completa, Barcelona, Editorial Orbis, 1986, p. 117). Walter Martínez y su Dossier no permite que caigamos en esos errores suicidas, fortalece nuestra epistemología liberadora. Aún lo escucho al decir: “Disponga usted de las cámaras, señor director”. Lo demás corre por nuestra cuenta porque la verdad no muere, libera.

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