Por Salvador Montoya/Escritor
Lo he escuchado desde
niño: “Salud amigos, en cualquier lugar
de nuestra querida, contaminada y única nave espacial, la misma que ha dado
otra vuelta sobre su eje imaginario, y sigue generando acontecimientos en pleno
desarrollo”. Ese es Walter Martínez, al comienzo de su programa televisivo Dossier, con más de treinta años al
aire. Viste con elegancia clásica éste periodista
curtido en guerras y travesías mundiales y así va desnudando con verbo irónico, intensivo y diáfano los
sucesos internacionales que transforman nuestro mundo. De su pedagogía
geopolítica aprendemos varios principios. Él mismo afirma: “Hay dos teatros de operaciones: el real (sea
crisis política, militar, gerencial) y el alternativo (el de los hechos a
través de los medios de comunicación)”. Pierre Bordieu establece que la
mentira es violencia simbólica. Otro intelectual francés Jean François Revel
destaca que: “La primera de todas las
fuerzas que dirigen al mundo es la mentira” (Jean François Revel, El conocimiento inútil, Barcelona,
Editorial Planeta, 1989, p. 9). Por tanto, los hechos reales pueden ser
alterados, pervertidos, excluidos o inventados por los medios de comunicación. Donde dominan las conjeturas, las miserias son
aplaudidas. Revela el director del diario Últimas Noticias, en su artículo Cómo matan la verdad, que en Venezuela: “…también se libra una guerra mediática; con demasiada frecuencia las
noticias que salen al exterior ofrecen la imagen de un país en bancarrota,
falto de libertad de prensa y formas de gobierno con características
dictatoriales, lo cual pueden comprobar los que tienen acceso a la mayoría de
los poderosos medios de América Latina, España y algunas ciudades
norteamericanas. Esta situación se repite en países como Ecuador, Bolivia,
Nicaragua, y en menor grado en Argentina y Brasil (recordemos que el presidente
Lula en una oportunidad dijo que no leía la prensa de su país porque le daba
acidez). Nada fácil combatir y derrotar esas tendencias, particularmente la prensa
y la televisión, que son los que forman la opinión de los habitantes de esos
países sobre lo que acontece en Venezuela” (Eleazar Díaz Rangel, Cómo matan
la verdad en Últimas Noticias,
19/02/2012, p. 12). Enfrentar esa alocada violencia mediática exige exégesis
aguda, creatividad y lenguaje asertivo. Promueve el filósofo español Fernando
Savater al decir: “Dudo que exista una
solución definitiva a este problema. La única que se me ocurre es comprar
varios periódicos y revistas, ver distintas cadenas de televisión y escuchar
muchas radios. Es decir, buscar uno mismo la información en diversas fuentes,
contrastarla y crearse su propia visión.
Pero por supuesto, esto no está al alcance de todo el mundo por razones
económicas y de tiempo” (Fernando Savater, Los diez mandamientos en el siglo XXI, Buenos Aires, Editorial
Sudamericana, 2004, p. 145). Así que tener
una vida próspera precisa desarrollar potencialidades sanas de reflexión y de
agudeza como aquello que proponía en su poema El árbol emponzoñado: “Estaba
enfadado con mi enemigo; /no se lo participé y mi cólera aumentó” (William
Blake, Poesía Completa, Barcelona,
Editorial Orbis, 1986, p. 117). Walter Martínez y su Dossier no permite que caigamos en esos errores suicidas, fortalece
nuestra epistemología liberadora. Aún lo escucho al decir: “Disponga usted de las cámaras, señor
director”. Lo demás corre por nuestra cuenta porque la verdad no muere,
libera.
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