viernes, 6 de enero de 2012

SER CRISTIANO PROTESTANTE EN VENEZUELA (I PARTE)

Por Salvador Montoya/Escritor


Una teología del Tercer Mundo tiene que tener en cuenta esta situación histórica.
Tiene que preguntar: ¿qué papel ha estado desempeñado la Iglesia en este proceso
en cada etapa y en cada situación?, ¿cómo reaccionaron los cristianos al fenómeno
de la invasión occidental de otros pueblos?, ¿cuál fue la teología prevaleciente?,
¿cómo la teología cristiana se relaciona a la explotación continuada de hoy en el
mundo?, ¿qué aportará la construcción de una sociedad justa mundial?, ¿qué aporte
dará la Iglesia a la liberación de los pueblos oprimidos, que han sufrido largo tiempo
debido a la dominación sexista, racial y clasista?
Enrique DUSSEL, Religión, México, Edicol, 1977, p. 256



Escribe el filósofo griego Kostas Axelos en su libro Introducción a un pensar futuro: “El hombre del humanismo, el hombre de la apatridad, de la alienación, del subjetivismo y del objetivismo, en ninguna parte se encuentra consigo mismo; su esencia le es ajena”1. La razón de este trágico desenlace es que el hombre ignora su historia y por ende no posee conciencia de quien es. Por tanto, si es verdadera la fe cristiana evangélica, es histórica en sus raíces y en su progresar. Evadir su contenido es establecer prácticas erráticas. Para fines de nuestro breve ensayo tomaremos en cuenta la evolución del cristianismo protestante en Venezuela.
Según el investigador católico Jacinto Ayerra la primera congregación luterana del país, cuyo pastor fue enviado de Berlín, llamado Ramín de Beelitz, “celebró los primeros oficios religiosos en Caracas el 1 de enero de 1894”, sin embargo, en 1878 ya un metodista norteamericano había fundado “la iglesia “El Mesías” en Caracas, en la esquina de Llaguno”2. La población venezolana no llegaba a los 2 millones y medio. Y su tendencia religiosa era el catolicismo conservador, que ocupaba todas las esferas sociales desde hacía 400 años. No obstante, en 1949 el escritor y político Arturo Uslar Pietri publica su tercer libro de cuentos Treinta hombres con sus sombras. Uno de esos relatos literarios tiene que ver con una venganza religiosa: la víctima es la hija de un pastor protestante asesinada por una turba católica enardecida. El cuento se titula Los Herejes3. Cuarenta años después el intelectual Arturo Uslar Pietri confiesa los orígenes de esa narración al decir: “Los Herejes: fue una experiencia mía. Cuando yo era muchacho en Maracay-yo tendría diez o doce años- se estableció uno de estos misioneros evangélicos y se le ocurrió poner una capillita evangélica, un ranchito en las afueras de Maracay que entonces era una aldea de seis mil habitantes. Eso fue un escándalo. El cura todos los domingos en la misa decía unos sermones savonoralescos contra aquella especie de amenaza, de perdición, contra aquella gente que traía mal, contra aquellos herejes que se habían instalado allí. Y eso llegó al extremo de que una noche, una tarde, el cura organizó una especie de procesión-yo participé en ella- en que fuimos todos allá materialmente a injuriar a toda esa gente. Naturalmente, no pasó lo que pasa en el cuento; pero era una experiencia viva aquella de aquel día”4.
Uslar Pietri nació en 1906 y la experiencia religiosa que cuenta se pudo dar entre 1916-1918, época en que su padre era el Jefe Civil de Cagua, era presidente de Venezuela el dictador Gómez5. Ya en ese tiempo los protestantes o evangélicos “éramos gente que traía el mal”. Ahora bien, para el año de 1975 el narrador venezolano Eduardo Liendo publica su novela Los topos que nos lleva a contemplar la vida de los jóvenes guerrilleros de los sesenta con sus luces y sombras. Pero en una de las escenas cuando se van a escapar de Tacarigua, Liendo nos asombra con esta perla: “Los hombres han sido divididos en grupos de seis que saldrán del túnel con intervalos de diez minutos. El primero en recorrerlo y salir del otro lado de la cerca será Neptalí, un hombre de la sierra coriana. Por su familiaridad con la montaña se le juzga apto para ser guía de su grupo, la zona que rodea el fortín es un barranco lleno de matorrales que deben recorrer antes de llegar a la vieja La Guaira. Además, Neptalí, audaz como la mayoría de los hombres de la sierra, posee una formación política superior a la del resto de sus paisanos. Sus ideas son una mezcla extraña, es marxista y pastor evangélico al mismo tiempo”6. Y Neptalí fue el único que se pudo escapar. En otras palabras, los protestantes no sólo tienen un culto particular sino que asumen los desafíos de su sociedad. Ahora somos “una mezcla extraña” (no más herejes) que busca libertad e igualdad para su pueblo. Ser cristiano protestante, entonces es tener denuedo para servir a Dios y al prójimo libre u oprimido. (Continuará)

NOTAS
1. Kostas Axelos, Introducción al pensar futuro, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1973, p. 60
2. Jacinto Ayerra, Los protestantes en Venezuela, Caracas, Ediciones Trípode, 1980, pp. 12,13
3. Arturo Uslar Pietri, Treinta hombres con sus sombras, Caracas, Editorial Losada, 1974, pp. 43-50
4. Arturo Uslar Pietri, 33 cuentos, Caracas, PDVSA, 1986, p. XXI
5. Rafael Arráiz Lucca, Arturo Uslar Pietri, Caracas, El Nacional, 2006, pp. 9-12
6. Eduardo Liendo, Los Topos, Caracas, Monte Ávila Editores Latinoamericana, 1999, pp. 36-37

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