Por Salvador Montoya/Escritor
En uno de sus magníficos aforismos argumentó Kafka que: “Antes no entendía por qué no recibía ninguna
respuesta a mi pregunta, hoy no comprendo cómo pude creer que podía preguntar. Pero
antes no creía en absoluto, sólo preguntaba”. Las mayores épocas de
creación de un pueblo llegan cuando sus miembros son capaces de hacerse inquisiciones
retadoras e inquietantes. Aquella persona
que se hace incógnita para contestar las preguntas de la vida amplía sus
inteligencias múltiples. ¿Qué fue el Boom latinoamericano de literatura
sino preguntas audaces de nuestra cultura a la condición humana? ¿Qué fue
nuestra etapa independentista sino momentos históricos para el cavilar sobre
nuestra soberanía y libertades políticas y culturales? Escribió el grandioso Jorge Luis Borges que: “Pensar, analizar, inventar (me escribió
también) no son actos anómalos, son la normal respiración de la inteligencia…Todo
hombre debe ser capaz de todas la ideas” (Jorge Luis Borges, Ficciones,
Buenos Aires, Alianza Editorial, 1975, p. 59). No obstante, el pensar, el
analizar y el inventar pueden estar enmarcados dentro de paradigmas que no
permitan el desarrollo de nuevas perspectivas y de nuevos saberes. Por muchos
siglos nuestro planeta ha sido eurocentrista. ¿Qué es ser eurocéntrico? Significa
pensar que la filosofía nació en Grecia, pensar que los griegos son los
primeros grandes filósofos de la humanidad. Que la Edad Media tiene una
significación mundial. Y que la filosofía moderna europea –que gracias a la revolución industrial se
impone casi en todo el mundo- es la única filosofía, y que es la única para el
futuro. Esos sofismas hay que romperlos con inteligencia, audacia y
autodeterminación sino seguiremos avanzando por un camino mediocre. La humanidad tiene 7 mil años de estar
escribiendo su propia historia, es decir tiene 7 mil años pensando los temas
humanos, sus contradicciones, sus pasiones, sus infiernos, sus virtudes, sus
progresos, sus caídas. Entonces no podemos reducir la humanidad al pensar de
ciertos filósofos y pensadores nada más, hay que tomar en cuenta al planeta
entero. Señaló el poeta eximio Eugenio Montejo: “Seré un cadáver como ahora lo soy, /cavilador, absorto en lo sagrado, /pero
liviano y fácil de llevar” (Eugenio Montejo, Antología poética, Caracas, Monte Ávila Editores, 1996, p. 47). Estamos
muertos en la medida en que dejamos de preguntarnos por nuestra existencia, en
la medida en que estamos dopados por el consumismo, el fariseísmo y la
banalidad. Quien cavila sus pasos
respira su vida inteligentemente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario