martes, 31 de julio de 2012

LOS CRONOPIOS DE PLAZA 59


Por Salvador Montoya/Escritor

Me acomodo en el sofá y la música fluye como escapada de vicios de esperanza. Es un ejercicio de lucidez como decía Ramos Sucre. Los ejecutantes son célibes de envenenadas lamentaciones. Realizan un coctel de rock híbrido, bilingüe y relampagueante. Estamos en una sesión privada. Los cinco cronopios no fingen felicidades. Sergio, el guitarrista, universitario de línea cioránica; Josué, el bajista, viajero en busca de tiempo; Fernando, el baterista, terapeuta del tao; Marcos, el otro guitarrista, jefe de sus retos y Rodrigo, el vocalista, fugitivo de mundos. En sus líricas hay un sincretismo de paradojas: amores furtivos, deseos lánguidos, conceptos fabulescos, bellezas críticas.  
Se cuenta que el gran escritor Julio Cortázar inventó la palabra “cronopio” después de escuchar un concierto del gigante del jazz Louis Armstrong. En Calabozo, al compartir las aventuras urbanas de las juventudes de mi ciudad, conocí a un grupo de quijotes que frecuentaban los sueños más extrovertidos: unos patinaban sobre asfalto, otros hacían un malabarismo, otros el grafiti y otros ejecutaban músicas. Rodeaban la estatua de José Antonio Páez, el héroe de las Queseras del Medio, y sin percatarse también ellos libraban unas batallas existenciales inmensas. Plaza 59 es oriunda de esas luchas. La ubicación de la plaza Páez en Calabozo está entre la calle 5 con la carrera 9. De allí el nombre de la banda de rock. Además la plaza está resguardada por símbolos ecuménicos: la iglesia Las Mercedes, el Museo de Calabozo, el liceo Teresa de la Parra y el Ateneo de Calabozo (Casa de Lazo Martí). La banda tiene innovaciones de precisión. Se han ido ajustando a una afinación de certezas desde hace dos años cuando comenzaron el proyecto. Ahora también son parte de la Fundación Rock en el Llano y tienen una ola de impactos crecientes.
Aplaudimos a los cronopios por sus ideales, por sus corajes y por sus dilemas. El sinónimo de su odisea los llevamos aquellos que vivimos avivando el fuego creativo. No hay dudas: los cronopios de Plaza 59 son una tea de expectativas triunfantes. Y volvemos a aplaudir y a brindar.

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