Por Salvador Montoya/Escritor
El conmovedor documental The age
of Stupid (La era de la estupidez) avanza en sus desgarradores argumentos
bajo la pregunta: “¿Por qué no haber
hecho nada para evitarlo?”. ¿Evitar qué? Evitar, sencillamente, la
destrucción del planeta tierra. Decir que nuestro
mundo está enfermo sería un lugar común, sin embargo necesitamos aplicar las posibles curas. Pero como
en la novela de Fernando del Paso, Palinuro
de México, esos palinuros comprometen nuestras mentes y nuestras acciones,
nuestro presente y nuestro futuro. Hay
imbecilidad política, hay narcotráfico, neocolonialismos, formas económicas
aberrantes, y más cosas dañinas. Quererlas superar es cultivar una conciencia
crítica de nuestros actos y pensamientos. Jesús de Nazaret se enfrentó a
una mujer enferma por más de 18 años e hizo lo siguiente: “Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: Mujer, eres libre de tu
enfermedad. Y puso las manos sobre ella: y ella se enderezó luego, y
glorificaba a Dios” (Lucas 13.12-13). Para hacer libre a nuestro mundo de
enfermedades sociales, espirituales y culturales necesitamos actuar bajo esos cuatro principios de Jesús: identificar los problemas (llamarlos por sus
nombres), liberar el lenguaje de sanidad (usar un vocabulario de respuestas),
activar todo esfuerzo por resolverlos (poner las manos a trabajar) y permitir
que las gentes vivan su liberación (enderezar nuestra forma de vivir). Estima
Foucault en su Historia de la locura que
los considerados locos por la sociedad no eran excluidos por su enfermedad, en realidad,
podían ser exiliados de la sociedad y de su historia porque su medio social se sabía
escaso de las respuestas a sus problemas y dificultades. Ser médicos existenciales es aportar desde tus talentos y habilidades las
posibles curas a los problemas en común que tenemos. Decía Aristóteles, en su
Política, que no podía haber sociedad
con hambre, yo agregaría, no hay sociedad
sin que sus integrantes se sanen mutuamente sus enfermedades y dolencias.
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