domingo, 13 de enero de 2013

ASI SE FORJA LA CONCIENCIA

Por Salvador Montoya/Escritor
 
El testimonio profundo, dialéctico y penetrante de Rigoberta Menchú, en el libro Asi me nació la conciencia, pone de manifiesto el fundamento de ser una persona que asume su libertad soberana, sin servidumbres ni pactos de doble moral. Por eso fue atacado ese texto con una guerra sucia mundial. ¿Cuál era el peligro del testimonio de esa india guatemalteca? Rigoberta enseñaba a ver nuestra historia como el baluarte de un pueblo. La enseñanza de Menchú se encuentra tejida como el evangelio de Jesús. Indica Lucas, el médico, que le escribe sobre Jesús a su amigo Teófilo con este propósito: “poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas…para que conozcas bien la verdad” (Lucas 1.1,4). Lucas logra su acometido en dos inmensos tratados, con una investigación histórica lúcida. En su segundo tratado afirma: “En el primer tratado, oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar” (Hechos 1.1). Para forjar la conciencia una persona necesita poner en orden su historia y luego conocer lo que otros han hecho con los principios de esa historia. No se pide que escriban volúmenes o sean eruditos de historia. Un seguidor de Cristo decía Lucas, el médico, debe conocer muy bien lo que enseñó e hizo Jesús, es decir su historia biográfica (El evangelio de Lucas). Y además debe saber los hechos de los que siguieron a ese hombre extraordinario (Hechos). Estamos seguros que Teófilo era uno de los hombres mejor informados sobre esos asuntos históricos. Y allí hay tres beneficios: tienes certeza de vida y de propósito, eres libre por la verdad y multiplicas la efectividad de tu liderazgo. De esas ventajas surge que, en menos de 30 años, el evangelio de Jesús haya llegado con éxito hasta la España del Imperio Romano. Tal cual Rigoberta Menchú en nuestra América Latina con su historia punzante. Quien es partero de conciencias tiene el punto de apoyo para transformar el mundo positivamente.

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