Por Salvador Montoya/Escritor
En memoria de Aaron Swartz
Desde
los 14 años el muchacho se había apuntado creaciones tecnológicas brillantes. Era
trabajador, activista por el conocimiento libre y de una incesante pasión por
cultivar la conciencia cívica. Años después, en septiembre de 2010, entró al
sistema de MIT y accesó a un banco de depósitos de documentos electrónicos
científicos dirigidos por una fundación sin fines de lucro. Luego se inició la
investigación por esos documentos y fue arrestado fuera del MIT con una laptop
y un pendrive que contenía cerca de 4
millones de documentos electrónicos. La fundación declinó presentar cargos
y Aaron regresó todos los artículos. La rareza de Aaron ya está tácita: un joven que entra al internet para buscar
conocimientos, ampliar sus horizontes y para compartir saberes e
investigaciones novedosas. Aaron no sigue la corriente banal. Consideraba el
escritor Alfonso Reyes que: “Hay que
seguir el ejemplo de Odiseo, en Homero, cuyo secreto era mantenerse a la altura
de la comprensión general para convencer a todos” (Alfonso Reyes, Última Tule y otros ensayos, Caracas,
Biblioteca Ayacucho, 1991, p. 58). Una vida
en búsqueda de una sociedad menos desigual impone un lenguaje comprensivo,
participativo. Quienes rigen al mundo con un habla de fundamentalismos y
clichés destruyen la dignidad humana, asumen que su subjetividad tiene la
máxima superioridad moral. Ernesto Sábato apuntó que: “Lo prudente es, pues, emplear una dosis amistosa de citas. Y además,
hablando con franqueza, cómo sería posible hoy escribir nada sin citar a Rilke,
o a Kafka, o a Heidegger? O, al menos, sin hacer uso de la palabra
Weltanschauung?” (Ernesto Sábato, Uno y
el universo, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1968, p. 33). Es imposible
vivir hoy siendo autorreferencial o en una cápsula paradigmática. Ir al
conocimiento es abrazar la inteligencia venga de donde venga. No se puede vivir sin tener acceso al
conocimiento que decide qué tipo de civilización somos y qué tipo de
civilización seremos. Y a ese conocimiento fue Aaron, sin embargo, las
autoridades de su país lo acorralaron, lo llevaron al precipicio y Aaron acabó
con su vida. Y este Sócrates del internet nos entregó su existencia para que
seamos como dijo Silvio Rodríguez “un tilín
mejores y mucho menos egoístas”.
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