jueves, 31 de enero de 2013

ANDAR TRAS UNA PREGUNTA

Por Salvador Montoya/Escritor
 
El exquisito escritor Edmond Jabés escribió en su texto de culto El libro de las preguntas que: “Pensar es andar tras una pregunta”. De tal interrogante emergen los diálogos que tendremos con la vida, las conjeturas que haremos sobre nuestras vivencias y proyectos y las conclusiones que sintetizaremos de lo que somos. Por los años 90 del siglo XX, los investigadores James Patterson y Peter Kim hicieron unas series de encuestas a la población norteamericana. Una de ellas versaba sobre la pregunta: ¿qué harías por diez millones de dólares? Le ofrecían a los entrevistados las siguientes opciones: ceder a los hijos en adopción, cambiar de raza, prostituirse por una semana, renunciar a la ciudadanía, abandonar la pareja, matar a un desconocido, dejar la iglesia, hacerse un cambio de sexo quirúrgico, abandonar la familia. El resultado fue que todos los entrevistados se decidieron por algunas de las opciones. (Véase James Patterson y Peter Kim, The day America told the truth, New York, Prentice Hall Press, 1991). Esa pregunta definió el precio de la vida de una cultura. Porque las preguntas definen la dignidad fáctica que posee una persona. Josep Muñoz Redón en su ensayo El libro de las preguntas desconcertantes propuso con sarcasmo y elegancia pensar sobre las 18 inquisiciones del hombre: vida, hombre, cultura, libertad, bien, lenguaje, verdad, placer, amor, filosofía, sociedad, poder, tiempo, historia, belleza, felicidad, justicia, ser. Las 18 interrogantes son desconcertantes no para vaciar al hombre de sus valores sino para potenciar su espíritu y elevarlo para cosas maravillosas y desafiantes. Mortimer Adler, famoso editor de la Enciclopedia Británica, reprochado por su carga eurocéntrica en sus planteamientos, sin embargo, él definió que la cultura humana ha dado 103 grandes ideas. A través de esas 103 ideas dialogamos y pensamos lo que somos. Por ello, quien anda tras la pregunta de seguro se equivocará, pero tendrá el placer y el goce de pensar su humanidad y no dejarse llevar por aquellos que odian el pensamiento.

LA MUERTE DE LA SABIDURÍA

Por Salvador Montoya/Escritor
 
El escritor venezolano Roberto Hernández Montoya puntualiza los principios que edifican un sistema de ideas, al exponer lo siguiente: “Cuando una doctrina quiere convencer construye un sistema de ideas riguroso y consistente. Uno lee a Santo Tomás y no necesita ser creyente para abismarse ante el genio del Doctor Angélico hasta el punto de lamentar no creer en doctrina argumentada con tanta mente. Igual Aristóteles, Descartes, Kant, Hegel, Marx, Bello. Les leemos los libracos y sudamos y pataleamos y aplaudimos incluso sin convencernos. En cualquier caso aprendemos a pensar, a persuadir, a disuadir. ¿Cómo es buen sistema de ideas? Se pueden decir muchas cosas pero hay una obvia: que sea consistente, lógico, riguroso, etc. Su falsedad puede estar quizás en sus premisas pero hasta una catedral de ideas puede construirse a partir de principios falsos. Es cuestión del paquete axiomático” (Roberto Hernández Montoya (24/03/09), Escombros ideológicos en http://aporrea.org/actualidad/a74882.html). Por tanto, los paquetes axiomáticos pueden ser para esclavitud o para liberación. Demuestra John Sommerville que: “En los años 1880, Joseph Pulitzer, el famoso editor, concibió que sus periódicos urbanos existían primeramente para vender espacio publicitario, no para distribuir noticias. Los periódicos podrían incrementar los niveles para el espacio publicitario por el crecimiento de su circulación, y ellos podrían aumentar la circulación por sensacionalizar sus noticias. Así que las noticias se convierten en la publicidad para sus periódicos –realmente la publicidad de sus publicidades” (John Sommerville, How the news make us dumb, (The death of wisdom in an information society), Downers Grove, Illinois, Intervarsity Press, 1999, p. 146: Traducción personal). Muere la sabiduría si aceptamos que la opresión, las injusticias y la banalidad sean algo normal y que se conviertan como el alimento de nuestros pueblos y de nuestras mentes.  Es la muerte de la sabiduría, es hacer fenecer las verdades que hacen libres a los hombres. Noticias para hacernos imbéciles, no para cultivar la conciencia crítica, pilar fundamental para la libertad ciudadana y la soberanía. Por ello, quien se niegue a pensar su existencia, a contradecirla y hacerla materia de estudio en libros, diálogos, vivencias, viajes, meditaciones acabará amando la estupidez como ya lo intuyó Borges en sus Ficciones.

¿QUÉ SIGNIFICA EL MUNDO DE HOY?



Por Salvador Montoya/Escritor

Redactó el inmenso filósofo venezolano Ludovico Silva que: “Interesa mayormente responder a la pregunta: ¿cuál es la diferencia específica del mundo de hoy? Podemos adelantar que uno de sus rasgos más salientes es su universalidad planetaria” (Ludovico Silva, La interpretación femenina de la historia, Caracas, Ediciones Centauro, 1987, pp. 140-141). Y sobre ese rasgo el poeta venezolano Gustavo Pereira narra una parábola hermosa  de cómo la búsqueda de mundos es paradójica, donde un joven poeta suramericano parte hacia cierta región del Asia Oriental, en Shandong, pues allí según se encontraba la sabiduría. Padeció mil avatares y después de llegar al muelle oriental de Alejandría se encuentra con un viejo de barba blanca y larga, quién le preguntó qué barco debía tomar para viajar a América. Y por último el viejo le dice: “Vengo de Shandong, y voy a tu país en busca de la sabiduría” (Gustavo Pereira, Cuentas, Caracas, Monte Ávila Editores, 2007, p. 38). Ya planteaba George Orwell en su novela 1984 como el poder invade los sueños de la gente. Ese es el mundo de hoy: gira alrededor de un consumo baldío, con un pragmatismo suicida, y excluye aquellos que disienten del sistema. De tal forma que las personas no se sienten plenamente realizadas sino tienen el auto de sus sueños, o no se visten como tal artista de televisión. Están cosificados. Sin embargo, hay pueblos que siguen el camino del ser humano en sabiduría. En la película Seven (traducida como Los pecados capitales) termina la historia haciendo alusión a un pensamiento de Hemingway: “El mundo es un maravilloso lugar por el que merece la pena luchar”. El personaje central de la película agrega que él está de acuerdo con la segunda parte de ese pensar. Yo diría que: mientras se luche, la vida en el mundo siempre será maravillosa.