domingo, 22 de abril de 2012

EL QUE SABE PA’ DONDE VA

Por Salvador Montoya/Escritor

Cerca del aljibe, se sienta a vender sus cigarrillos; fuma mucho, saluda a la gente como el abuelo de toda la vecindad. Yo le acompaño esa tarde. Hace calor y él tose seguidas veces. Alza la voz y sonríe cuando profiere alguna ironía o grosería. Ese es mi abuelo. Lleva en su alma 25 años (los primeros de su vida) como llanero puro, luego trabajó como camionero, rematador de loterías, vendedor de pescado y de víveres, matador de ganados para carnicerías. Ahora sólo le quedan los cigarros y el queso. Fiel parrandero y temerario. Los fines de semana, en la casa montonera o tocaba el arpa o el cuatro pero la fiesta siempre ardía.
-Mire mijo: el que sabe pa’ donde va, no apura el camino.
Él sigue fumando y yo espanto unas gallinas que picotean cerca de mí. Me dice esa máxima porque me ve que voy muy rápido por la vida, que he desarrollado muchas habilidades y aún no había llegado a los 18 años. Me veía que quizás me enloquecían los sueños.
-No se vaya a carburea’- y lanza una bocanada de humo.
Ahora los dos reímos. Carburea’ significa que este maduro por fuera y verde por dentro. Es algo que le hacen a los plátanos, le ponen carburo en bolsitas para que la concha se torne amarilla, pero por dentro está inmaduro. Tomamos café y se levanta para jugar dominó pero antes atiende a un cliente.
-Don Cruz, ¿me da 2 cigarritos?
çY ya sé pa’ donde va.

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