miércoles, 4 de abril de 2012

EL LENGUAJE QUE DA LA VICTORIA

Por Salvador Montoya/Escritor


Promueve George Lackoff en su libro No pienses en un elefante que si quieres vencer a tu enemigo no uses su lenguaje, enmárcalo en el tuyo. No es evitar el debate, es hacer que tu enemigo use tus palabras y de allí asuma tu cultura y por tanto tu postura, tu mente, tu manera de vivir. Nada nuevo. Eso lo vemos en Hamurabi, en Heródoto, en Sócrates, en Sófocles, Salomón, en el profeta Isaías. Ahora bien, Jesús de Nazaret nos enfoca en tres principios comunicacionales inmejorables si queremos ser vencedores en este mundo confuso y caótico. Jesús de Nazaret propone un análisis crítico, una hermenéutica transversal. Sólo un lenguaje que produzca amor puede vencer. Las fablas de la ira, del rencor, del fatalismo producen desosiego, incertidumbres, locuras. Sólo un lenguaje que produzca fraternidad, fuerza, cohesión puede dar el triunfo. En la película venezolana El enemigo de Luis Alberto Lamata se dispara el pensamiento de oro comunicativo: si quieres vencer al enemigo, no actúes como el enemigo. Se actúa como el enemigo si rompemos los valores de justicia y honestidad, por eso las causas se apoyan en lenguajes que reproduzcan el conocimiento, la paz, la imaginación, la creatividad. Sólo se vive en victoria manejando el lenguaje de Jesús. El idioma de Jesús es la vida en abundancia, es el fluir constante de las bendiciones, es el desarrollo de todo el potencial que poseemos como seres humanos, es vivir en la verdad y ser transformados por ella cada día. La falta de entendimiento, el fárrago impetuoso que nos destruye proviene de excluir de nuestros mapas cognitivos, de nuestro asiento de pensamientos y emociones el lenguaje de Jesús que fructifica en lucidez, valentía, salvación, prosperidad y victoria.

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