domingo, 22 de abril de 2012

PERDIDO EN LOS TEQUES

Por Salvador Montoya/Escritor

Era un novel estudiante universitario. Mi amigo José me había explicado con verbo de fórmula uno las direcciones del centro de Los Teques. Para mí era la primera vez que entraba por la ciudad como su explorador. Pero cuando regresé de clases quedé perdido en su maremágnum urbano. Sudaba copiosamente, me aferré a mi maletín negro recién comprado y caminaba con la mente babélica hasta que dos policías me detuvieron.
-A ver, dame ese maletín, ¿qué llevas ahí?
Los buhoneros a mi alrededor parloteaban sus impresiones, lo más seguro es que pensaban que era un jibaro de Haití. De golpe yo me acordé que era estudiante universitario y dije:
-Soy universitario, lo que pasa es que estoy perdido.
Los policías se echaron a reír y mi vergüenza se agudizó. Yo andaba buscando el centro por donde se despachaban los tickets estudiantiles.
-Ah por eso es que tienes esa cara- dijeron los policías aún riendo- Mira chamo, eso es por allá.
Di con el centro al rato, pero todavía con la sensación de estar perdido en Los Teques. Esa es la razón por la cual en Los Teques me crece una certeza irónica: como cuando me describen como ignorante.

PARA QUE TU FE NO FALTE


Escribió el gran poeta peruano César Vallejo: “Hay golpes en la vida tan fuerte… ¡Yo no sé yo!/Golpes como del odio de Dios”. Así expresaba este eximio trovador un hecho humano inalterable: a todos nos toca enfrentarnos con el dolor. Bajo esos sentimientos depresivos el hombre flaquea, cae, se debilita. No obstante, la sabiduría bíblica nos impulsa a trascender esas realidades al proponernos que tomemos en cuenta 4 principios fundamentales. Y esos son justamente los que Jesús de Nazaret compartió con su discípulo más intuitivo: Pedro. Quien tiene fe debe saber que será zarandeado continuamente. Si tienes fe no pierdas tiempo tratando de convencerte que la vida será siempre color de rosa. Las sociedades que huyen de esos retos quedan eunucos de fortaleza. Quien tiene fe debe saber que Jesús comparte sus aflicciones. Como humanos solemos olvidar que Jesús estuvo desamparado, apesumbrado. Pero Jesús ruega por ti, es como tu equipo deportivo favorito, aunque esté perdiendo le das ánimo para que continúe. Quien tiene fe debe saber que si cae, se espera que se levante. No somos infalibles, no somos perfectos, sin embargo quien tiene fe está determinado a lograr sus propósitos. Afirmaba Nicolás Maquiavelo en El Príncipe: “Se mantiene mejor quien se sirvió menos de la fortuna” (Nicolás Maquiavelo, El Príncipe, PMI, 2008, p. 36). Si el azar te trae todo, no haces esfuerzo para contrarrestar las vicisitudes. Empínate sobre la avalancha de mediocridad y conformismo, levántate y resplandece. Quien tiene fe debe saber que es preciso que fortalezca a sus hermanos. Ser fuerte para ser egoísta y prepotente no es la meta; es compartir la vida, expandirla, hacerla feraz con nuestros hermanos. Para que tu fe no falte: haz que tus hermanos se fortalezcan cada día con tu presencia.

LOS QUE REVOLUCIONAN AL MUNDO

Por Salvador Montoya/Escritor

Hay los que hacen revolución por amor y hay los que hacen revolución por odio. Hay revoluciones para atar al servilismo a las multitudes y hay revoluciones para dignificar al ser humano. Tomemos dos ejemplos: Napoleón Bonaparte y Simón Bolívar. Los dos cruzaron fronteras y se batieron contra sus enemigos a muerte. Pero el primero buscó subyugar, ser emperador, el último dar libertad a naciones enteras. Así son los hechos históricos conclusivos. Sin embargo, impulsados por la enseñanza incomparable de Jesús y sus hechos aprendemos que los verdaderos revolucionarios van a la gente, no excluyen a la gente. De esa manera lo hicieron Pablo y Silas en Tesalónica. ¿Cuántas multitudes siguen desamparadas, decepcionadas, lanzadas a la vacuidad en la actualidad? Afirmaba la Madre Teresa de Calcuta que se habla mucho de los pobres, pero no se habla con los pobres. Si queremos proseguir en la revolución de Jesús hay que ir a donde está la gente, hay que incluirlos, hacerlos entender que son importantes y que juntos podemos construir una humanidad feliz. Con soberbia y exclusiones nos hacemos infértiles de humanismo y de espiritualidad. Además los verdaderos revolucionarios saben argumentar lo que son a través de las Sagradas Escrituras. Es necesario defender nuestras ideas, nuestros valores, nuestras visiones. Pero eso no se logra sin cultivo intelectual, sin formación académica, cultural y cristiana. Es la hora de las batallas de las ideas, no es tiempo para ser indocto o inconstante. Porque los verdaderos revolucionarios toman a Jesús de Nazaret como ejemplo. Y Jesús fue docto, inclusivo, participativo, se apoyó en las multitudes y cumplió su propósito redentor. Los que revolucionan al mundo para bien pueden seguir los pasos de Jesús o caminar por las huellas confusas de los banales.

LA VIDA SANGRA

Por Salvador Montoya/Escritor
La vida sangra: eso no es secreto. La vida sangra en tragedia y en comedia: he allí la maravilla. Judith conoce esas verdades por sus heridas, por sus esperanzas, por su historia que es una sonrisa que se ensancha o una agonía que se fortifica. Hace tiempo asumía que para estar a la altura de la sociedad de la sociedad debía poseer unos requisitos académicos, que si bien abren puertas, tampoco son garantía de felicidad.
-Quizás no estaba bien, pero yo creía de mí, que no era gran cosa en la vida.
Su voz se apaga pero sus ojos se hacen llamarada. Esconde lágrimas, quizás por las noches o por los días. Sin embargo, ella trabaja, estudia, se sacrifica por su hijo, tiene dilemas con su historia personal como todo aquel que quiere un vivir genuino, sincero. Ella posee el sentimiento trágico de la vida de Unamuno. En el caney universitario: hablamos, reímos, nos abrazamos y guardamos silencio. Pero hoy ella ya no soporta quedarse en incertidumbres, intuye formas inéditas de ser feliz. Su mirada pregunta tantas cosas: ojalá que mi voz la alcance.
-Ser feliz debe ser cuestión de por lo menos una certeza: saber que en nuestro tiempo en la tierra somos artistas de la felicidad- diserto yo con modestia.
Y luego relaciono ese arte con la espiritualidad, con Jesús de Nazaret, con la cultura, con la amistad. Son terrenos de compromiso que pisamos. Quiera Dios que Judith y yo sigamos sangrando en ellos.

LA ENSEÑANZA QUE NUNCA FUE

Por Salvador Montoya/Escritor

La cabina de radio es un freezer inhumano. Golpean en la vista los carteles coloridos y hay un silencio mecánico, tecnológico. ¿Será una reverencia hertziana? En todo caso a mi amigo Manuel ese ambiente no le vulnera su humor negro y su sarcasmo galopante. Manuel, con su tez blanca, que ni siquiera enrojece cuando dispara ironías y punzantes pensamientos, se hace carismático al saludar a César, el operador de cabina y a Daniel, nuestro anfitrión. Habíamos llegado al programa radial de Daniel para ser entrevistados y dialogar sobre la cultura, el liderazgo y los principios de vida. Aunque hemos habitado los mismos ámbitos, la oratoria y el cultivo intelectual son muy diferentes entre todos pero nos complementamos ya en el fragor de la entrevista; entonces la vena de Saki se le agudiza a Manuel en su verbo.
-El problema de nuestra cultura es que su mentalidad es de foami, es decir la enseñanza que nunca fue.
El entrevistador traga grueso y yo aguanto las carcajadas. Manuel se reclina y con mirada de audaz orador reclama:
-Lo que pasa es que esta juventud, esta generación es de bolibomba (marca de goma de mascar).
Ahora sí sonrío. Las reacciones a las premisas de Manuel son airadas, enconadas. Pero Manuel y yo seguimos sonriendo cuando lo recordamos porque jamás volvimos a ser entrevistados en esa radio. Estamos vetados por la enseñanza que nunca fue.

EL QUE SABE PA’ DONDE VA

Por Salvador Montoya/Escritor

Cerca del aljibe, se sienta a vender sus cigarrillos; fuma mucho, saluda a la gente como el abuelo de toda la vecindad. Yo le acompaño esa tarde. Hace calor y él tose seguidas veces. Alza la voz y sonríe cuando profiere alguna ironía o grosería. Ese es mi abuelo. Lleva en su alma 25 años (los primeros de su vida) como llanero puro, luego trabajó como camionero, rematador de loterías, vendedor de pescado y de víveres, matador de ganados para carnicerías. Ahora sólo le quedan los cigarros y el queso. Fiel parrandero y temerario. Los fines de semana, en la casa montonera o tocaba el arpa o el cuatro pero la fiesta siempre ardía.
-Mire mijo: el que sabe pa’ donde va, no apura el camino.
Él sigue fumando y yo espanto unas gallinas que picotean cerca de mí. Me dice esa máxima porque me ve que voy muy rápido por la vida, que he desarrollado muchas habilidades y aún no había llegado a los 18 años. Me veía que quizás me enloquecían los sueños.
-No se vaya a carburea’- y lanza una bocanada de humo.
Ahora los dos reímos. Carburea’ significa que este maduro por fuera y verde por dentro. Es algo que le hacen a los plátanos, le ponen carburo en bolsitas para que la concha se torne amarilla, pero por dentro está inmaduro. Tomamos café y se levanta para jugar dominó pero antes atiende a un cliente.
-Don Cruz, ¿me da 2 cigarritos?
çY ya sé pa’ donde va.

AVISPERO

Por Salvador Montoya/Escritor

Recupera su infancia con el cuento más fabuloso que tiene.
-Salvador… y trepé ese árbol para agarrar el avispero y llevárselo de regalo a mi madre.
Sus ojos verdes se abren y aflora una sensibilidad femenina soterrada. Gaudys atiende a su gente con kinestesia preponderante. Ellos la asumen como pan: cálida, nutritiva, candorosa. Si habla de sus tres hijos su voz dibuja lágrimas de ternura. A veces se sorprende de haber superado cataclismos familiares, derrumbes íntimos, angustiosos. La he visto animada con una canción, ebria de recuerdos con una música romántica. Mientras hablamos la persona que ella atiende en su oficina le cuenta sus males físicos. Gaudys, con actitud servicial, le hace saber que puede ayudarla. Gaudys le busca té y agua. La señora con problemas de salud se retira sosegada y confiada de cambio. Y Gaudys culmina:
-Ilusa yo: por querer llevar un regalo de avispero lo que gané fueron picaduras y caídas.
Entonces nos reímos por esa empática quijotada. Es posible que ella no se dé cuenta que de eso se trata la vida: ser un regalo para alguien, a pesar de las picaduras y las caídas.

ACERTIJO

Por Salvador Montoya/Escritor

Antes tocaba el chelo. Hoy cuando me mira toca la sonata de su vida. Es una marea: calla diciendo sus verdades.
-La vida era para mí un acertijo. Nada tenía sentido.
Lisette alborota su cabello con sus manos. Me observa como si no fuera a creerle su nobleza. De niña acompañaba a su padre beodo en sus borracheras babilónicas. Ese enlace paternal entre comedia y tragedia le produce fortaleza de pámpano. Cuando entró en la adolescencia le ocurrió lo inadvertido: fue violada. Duró meses sin hablar. Aún su padre desconoce la deshonra. Su madre la atendió, le fue una manta insuficiente pero allí estaba.
-Mi vía de escape fue el ser emo, el pacto de sangre con espíritus, música oscura.
Constantemente permanecía ebria, se cortaba el cuerpo y se intentó suicidarse como 5 veces. Un espíritu maligno le hablaba, le decía que su vida era un desastre, que mejor se matara, que más allá le esperaba algo mejor. La última vez que intentó suicidarse oyó una voz, para ella fue Dios.
-Me dijo Salvador: Tú tienes una misión.
Le hago saber que su vida puede ser transformada. Ella me sonríe afirmativamente. Lisette continúa durmiendo con la luz encendida y según ella el espíritu de muerte sigue en su casa. La abrazo y le digo con fervor:
-Vencer los acertijos de muerte es la misión de la vida.

ANTI-HAIKUS



Mi verdad no ha cambiado:
Ha puesto los pies
Sobre la luz
***
No existen bancos
 De ignorancia,
Sólo bacantes de ella
***
Pedir rumbos:
Seducir las brújulas
 De nuestros deseos
***
De forma continua
 Me equivoco:
No hay mejor psicología
***
Hacia el desván de la madrugada
 La historia es
Vocabulario de crucigramas
***
 Continuamente
 Nos sostenemos por errores
 De verdades
***

viernes, 6 de abril de 2012

SENTIDO DE PATRIA


Por Salvador Montoya/Escritor



Entramos a su oficina: iluminada, en orden, placentera. Al lado de su escritorio firmaba unos papeles Eleonor Jiménez de Mendoza (Tita). Nos pidió a mi jefe y a mí que nos sentáramos. Antes mi jefe nos presentó con galantería. Me sonrió y me percaté que lleva una felicidad ajena a los negocios.
-Bueno Salvador, bienvenido y si estás aquí es porque tienes el perfil del líder Polar. Pero cuéntame, ¿a qué te habías dedicado antes? ¿en qué trabajabas?
Sentado y relajado, con las piernas cruzadas le miré a los ojos y hablé sobre mi herencia paternal del cultivo intelectual, del privilegio de haber sido formado en una organización norteamericana para hacer labor social y espiritual, de mis frutos literarios, de mi amor por Venezuela y de mi trabajo con las comunidades.
-Te felicito por ese sentido de patria. Por estar aquí con tu país-acotó ella con laconismo.
Y no pude desaprovechar la oportunidad y agregué:
-Ya que usted habla de patria, el escritor oriental, de Clarines, Alfredo Armas Alfonso escribió un libro llamado El osario de Dios, allí al final de sus páginas, él afirma que la patria no es un pedazo de suelo, bajo un pedazo de cielo, sino que la patria es el amor. Y eso es lo que hace resucitar al osario de Dios: el amor a la patria, a la humanidad.
-¡Qué bello Salvador! ¡Éxitos pues!
Nos despedimos con un beso y un abrazo. Agregó ella que pronto nos visitaría por Calabozo. Y salí de su oficina dichoso de patria.

DESDE LA QUEBRADA DEL DIABLO

Por Salvador Montoya/Escritor


Me hace sentarme en la silla de su escritorio. En su oficina hay templanza y progreso. Gustavo comparte sus experiencias con una modestia impactante. Él va a la computadora y revisa los números de asistencia al servicio de la iglesia cristiana que dirige. Me confiesa haber sido analfabeta y el haber intentado suicidarse. Se escapó de su casa a la edad de once años. Recuerda también que tenía una tía en la santería y tuvo un hermano sacerdote católico.
-La vida me fue dura Salvador. Por eso quise suicidarme. A los siete años me sacaron de la escuela porque tenía retraso de aprendizaje.
Gustavo me habla como al filo de la navaja. A los 19 años tomó unos cables y completamente ebrio, drogado se fue a la quebrada del diablo a quitarse la vida. Y cuando amarró los cables a su cuello escuchó la voz que le transformó la existencia. La voz le dijo:
-Yo te amo, soy tu Dios.
La misma voz le dijo que fuera a su casa. Y le dijo que buscara en una gaveta, y allí había un libro. Y cosas hermosas que le dijo la voz, luego un amigo que llegó de repente, leyó -donde Gustavo marcó en la Biblia- lo mismo que la voz le había dicho. Y Gustavo de esas experiencias espirituales aprendió a leer y a escribir. Hoy es un pastor exitoso.
-Sé de donde vengo y quien me dio una vida nueva.
Y nos abrazamos convencidos de ese amor divino.

CENAR CON EL ASESINO

Por Salvador Montoya/Escritor



Se pone el saco y ordena a la servidora que me lleve un café caliente. Gustavo se arregla el cuello de la camisa y me ofrece sus enseñanzas.
-Y luego que me rescató de la inmundicia de la quebrada del diablo, Dios me dijo que invitara a cenar al asesino de mi familia, que le dijera que Dios lo ama.
Se transporta Gustavo a esa época dicembrina. Había pasado tres días llorando desde que la voz divina le había dicho: Yo te amo. Caminó asombrado y llegó a la casa del hombre que le había quitado la vida a un tío, a un primo y a otros familiares. Gustavo le dice al asesino que no está armado, que no tenga miedo.
-Vengo a invitarte a cenar, no vengo a ajusticiarte. Vengo a decirte que Dios te ama.
Con los ojos brillosos de alegría, Gustavo me dice que el asesino cuando escuchó sus palabras comenzó a llorar y le respondió:
-¿Qué tienes tú? Porque siento que algo extraño está sobre mí.
El shock fue mayor cuando llegó a su casa con el invitado de lujo. Su madre y su hermana lo rechazaron. Sin embargo, Gustavo apacible, les dice:
-Pero Dios es amor y él nos ama, madre.
Cenar con el asesino no es lo increíble, lo maravilloso es el amor lo que hace cambiarle el destino a todos. Y tomamos café con los corazones contritos.

LE DOY LA PALABRA

Le doy
La palabra a la conciencia:
Diálogo subterráneo
Con lo que somos,
Fracasa el éxito
En su prestigio
Y hasta el ataúd
Es laurel,
Es primavera…
Le doy
La palabra a la conciencia:
Vía láctea
De la libertad,
De la esperanza.

miércoles, 4 de abril de 2012

EL LENGUAJE QUE DA LA VICTORIA

Por Salvador Montoya/Escritor


Promueve George Lackoff en su libro No pienses en un elefante que si quieres vencer a tu enemigo no uses su lenguaje, enmárcalo en el tuyo. No es evitar el debate, es hacer que tu enemigo use tus palabras y de allí asuma tu cultura y por tanto tu postura, tu mente, tu manera de vivir. Nada nuevo. Eso lo vemos en Hamurabi, en Heródoto, en Sócrates, en Sófocles, Salomón, en el profeta Isaías. Ahora bien, Jesús de Nazaret nos enfoca en tres principios comunicacionales inmejorables si queremos ser vencedores en este mundo confuso y caótico. Jesús de Nazaret propone un análisis crítico, una hermenéutica transversal. Sólo un lenguaje que produzca amor puede vencer. Las fablas de la ira, del rencor, del fatalismo producen desosiego, incertidumbres, locuras. Sólo un lenguaje que produzca fraternidad, fuerza, cohesión puede dar el triunfo. En la película venezolana El enemigo de Luis Alberto Lamata se dispara el pensamiento de oro comunicativo: si quieres vencer al enemigo, no actúes como el enemigo. Se actúa como el enemigo si rompemos los valores de justicia y honestidad, por eso las causas se apoyan en lenguajes que reproduzcan el conocimiento, la paz, la imaginación, la creatividad. Sólo se vive en victoria manejando el lenguaje de Jesús. El idioma de Jesús es la vida en abundancia, es el fluir constante de las bendiciones, es el desarrollo de todo el potencial que poseemos como seres humanos, es vivir en la verdad y ser transformados por ella cada día. La falta de entendimiento, el fárrago impetuoso que nos destruye proviene de excluir de nuestros mapas cognitivos, de nuestro asiento de pensamientos y emociones el lenguaje de Jesús que fructifica en lucidez, valentía, salvación, prosperidad y victoria.

DEJA EL HORIZONTE EN LA PUERTA

Deja el horizonte en la puerta
Sino te sirve para caminar,
Ansiar equipajes
Subalternos
Hace ladrar
A los perros del cielo…
Que la utopía
Sea la claridad
Que bese
La boca del mundo
Cuando en tus pasos
Permitas al sol
Cosechar su verdad.

MÁS EXCELENTE ARTE

Por Salvador Montoya/Escritor




Estamos sentados en sillas playeras. Yo toco un reggae melancólico en mi guitarra y Pedro una revista política. Las olas golpean los cuerpos emocionados de los bañistas. Playa La Rosa, en Puerto Cabello, a esa hora de la tarde es fértil para meditar. Hay voces vagas, risas, sueños alados y diversión. Sin embargo, Pedro piensa que es el tiempo de las preguntas.
-Salvador, al ver las maravillas del mar, de la naturaleza: ¿tú qué piensas?
¿Será TODO ESTO OBRA DEL AZAR? ¿Seremos obra del azar?
Ahora mi reggae se hace infinito en la meditación. Y agrego con certeza mi posible respuesta como nota incógnita de la música que amo.
-Bueno, tú que tienes una mente científica, fíjate en esto: si tomáramos 27
dados y en cada uno pusiéramos una letra del alfabeto, ¿en qué número de posibilidad de lanzamiento está que saliera el alfabeto en el orden correcto?
Pedro se echa una carcajada de sorpresa. Sus ojos brillan ante lo imprevisto. Y yo prosigo.
-Tomando en cuenta que toda posibilidad elevada a la potencia 50, es matemáticamente imposible.
Definitivamente, hay un creador detrás de todo. Somos creación y arte. Pero de nosotros depende darle el lugar al Creador y permanecer como su más excelente arte. Y esa fue, entonces nuestra conclusión playera.