Por Salvador Montoya/Escritor
Lo decía con
maestría el escritor español Baltasar Gracián: “Todo este universo se compone de contrarios y se concierta de
desconciertos” (Baltasar Gracián, El
criticón, Buenos Aires, Ediciones Orbis, 1982, p.31). Quien ejercita su humanidad camina por los ámbitos de la crítica. En
el caso presente el enfoque está definido sobre VTV (Venezolana de Televisión),
canal del Estado venezolano. Vivir en
una democracia participativa y protagónica es merecer y trabajar por unos
medios de comunicación bajo esa premisa. Como televidente y ciudadano
activo destaco tres cosas (la crítica) de la cuales carece en ciertas formas este canal, que se
hace llamar de todos los venezolanos.
Primero, un medio participativo y protagónico debe
pasar noticias de sucesos. Quizás no lo hacen porque no quieren parecer
amarillistas, sin embargo, excluirles al ciudadano la inseguridad en las calles
(además eventos que ocurren en cualquier país, la inseguridad está en todos
lados) es una forma mezquina de irrespetar la inteligencia del usuario. No se
pide exaltación de la muerte ni necrofilias con imágenes sangrientas ni sonidos
de balaceras. Se piden las noticias y su exhortación a superarlas.
Segundo, un medio participativo y protagónico debe
colectivizar el diálogo, la denuncia y el análisis de los acontecimientos del
país. Más allá de los analistas, periodistas, intelectuales, expertos que
se entrevistan y disertan, se precisa la participación de líderes populares,
barriales. No en llamadas breves o simplemente denunciando sino como interlocutores
válidos para la formación de ideas claras sobre nuestra contemporaneidad. Ellos
conocen al país también.
Y por último, un medio
participativo y protagónico ejerce la denuncia continuamente. Se raya en lo
ridículo repetir tanto que estamos en una guerra informativa, que tergiversan
los mensajes pero la denuncia tiene el poder de hacer frente a la realidad que
queremos cambiar. La denuncia debe fomentar espacios culturales, humor,
sarcasmo, programas educativos, música. Afirma Luis Britto García: “Numerosos son
los derechos que tiene que conquistar el venezolano real para igualarse con el
pueblo mítico que describe la Constitución. Acaso el primero de ellos sea el
derecho de nombrarse a sí mismo” (Luis Britto García, Elogio del panfleto y de los géneros malditos, Caracas, Fundarte,
2012, p.131). Y quien se nombra a sí
mismo se critica constructivamente y colectivamente.
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