lunes, 19 de noviembre de 2012

EL LIDERAZGO Y LA HISTORIA



Por Salvador Montoya/Escritor



Eduardo Galeano cuenta que “cuando las esclavas negras huían de las plantaciones de Surinam, en el siglo XVII, llenaban de semillas sus frondosas cabelleras. Al llegar a los refugios de los cimarrones, en la selva, sacudían la cabeza y fecundaban, así, la tierra libre” (Eduardo Galeano, El descubrimiento de América que todavía no fue y otros ensayos, Caracas, Alfadil Ediciones, 1991, pp. 152-153). La historia es la semilla que fecunda la tierra libre. Conociendo la historia somos fructíferos en la libertad productiva. Acertaba San Pablo al decir de la historia del pueblo de Israel que: “Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestaros a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos” (1 Corintios 10.11). Es la historia como paradigma ético y como tesis del pensamiento constructivista. Porque a través de la historia se dio cuenta de cinco peligros del liderazgo: la codicia, la idolatría, el prostituirse, falta de espiritualidad y la murmuración. Fecundar nuestro liderazgo exige tener sobriedad de espíritu. Argumenta el gran intelectual brasileño Theotonio dos Santos que: “Una de las tesis preferidas del neoliberalismo es el fin de las ideologías, el fin de la historia, la racionalidad o la adecuación definitiva de los medios a los fines, el pleno desarrollo de la ciencia objetiva e instrumental que prescinde definitivamente de los valores y se concentra totalmente en el desarrollo de un instrumento neutro. Nada más tedioso que esa propuesta. Nada más limitante y destructivo, moral y emocionalmente” (Theotonio dos Santos, Del terror a la esperanza, Caracas, Monte Ávila Editores, 2006, p. 58).  Fecundar nuestro liderazgo afirma nuestro ser creativo, digno, solidario y pensante. Líder que conozca su historia y aprenda de ella, luchará por su destino. ¿Tu liderazgo lleva semillas u hojarascas?

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