Por Salvador Montoya/Escritor
Se fuma su
cigarrillo. Cuando habla pesca las palabras, saborea sus disgustos y vuelve a
la bocanada. Ivonne (Caro, para nosotros) me platica de su travesía como
lideresa.
Llevamos una amistad de cuatro años. Hemos
compartido fiestas, banalidades, criterios, estudios. Nos conocimos en un día
de su cumpleaños. En ese tiempo ella no era la presidenta del centro de
estudiantes Unerg-Educación en Calabozo ni tampoco hablaba mucho de paradojas y
de política.
En la nueva oficina del centro de
estudiantes, está a su lado como siempre, su hermana Esther (Estherluu, para
nosotros). Las hermanas Brito. Ellas dos viven las menudencias del liderazgo
con sarcasmo, equivocaciones, lealtades, alegrías y acierto.
-No basta con quejarse de las traiciones, hay que poner en acción las ideas- acoto yo.
-No basta con quejarse de las traiciones, hay que poner en acción las ideas- acoto yo.
Ivonne me mira, sigue sonriendo. Ella
sabe que no todo está perdido. Los fosforescentes (mediocres) no lograran
vencer en nuestra universidad. Y entonces, la bocanada de Ivonne se hace
amistad compartida.