jueves, 9 de febrero de 2012

LA PATRIA COMO GEOPOLÍTICA DEL SER

Por Salvador Montoya/Escritor


De acuerdo con el DRAE la palabra geopolítica en su tercera acepción significa: “Ciencia que pretende fundar la política nacional o internacional en el estudio sistemático de los factores geográficos, económicos, raciales, culturales y religiosos”. Aunque la palabra geopolítica haya sido acuñada por el general alemán –convertido después en filósofo y geógrafo de la Universidad de Munich luego de la primera guerra mundial- llamado Haushofer, no podemos afirmar que su significado haya estado excluido de las sociedades históricas. Todo lo contrario: aquel que tiene patria, la sostiene con geopolítica. Con razón afirma categóricamente Enrique Dussel: “La patria es la referencia de una identidad procesal, que se va construyendo en la historia, y cuya fidelidad al “acontecimiento fundacional” es necesario renovar continuamente. El “patriotismo” está fuera de moda, pero lo está porque el único patriotismo aceptable es el del Imperio. Todo otro patriotismo es negado. El patriotismo de los Estados periféricos es hoy un vicio. Pienso, sin embargo, que sin la renovación conciente de la afirmación a una tradición patriótica no es posible mover las comunidades políticas periférica “quebradas”, derrotadas, en crisis. Los héroes son los que metafóricamente presentan a la comunidad política dispersa la imagen de su posible reconstrucción” (Enrique Dussel, Política de la liberación: Volumen II Arquitectónica, Caracas, El perro y la rana, 2011, p. 264). Sin embargo, el analista Domingo Alberto Rangel escribe: “La patria, invento o adaptación también de conceptos antiguos a las necesidades del orden moderno, tuvo su cuna también en París. La palabra patria no existe en las lenguas germánicas como el inglés o el alemán. Ella brota o es generada cuando la Revolución Francesa pasa de demagoga a militarista” (Domingo Alberto Rangel, Los tres opios, Quinto Día, 22-29/06/2007). Aunque el exegeta Rangel esté dominado por una conceptualización trasnochada, divulga de manera certera el tipo de doctrina baldía de los postmodernos. Aquella persona que no tiene patria posee una identidad en fuga, difusa. Por lo tanto, hay que renovarnos patrióticamente, tomar conciencia de lo que somos, a qué tierra y a qué historia pertenecemos. Alejándonos de falsos nacionalismos y baratas consignas y eslóganes burdos. Afirmar la voluntad patriótica es derrotar el neocolonialismo, es apoyar el pensamiento constructor de felicidad social y justicia. Porque hay millones que como aquel abuelo homérico de la novela de Luis Britto García Abrapalabra, que llevan la patria: “La patria la trajo en su morral el abuelo desde un páramo, y esperaba regresar vivo para enseñárnosla…Echamos a andar, llevando en los bolsillos la patria” (Luis Britto García, Abrapalabra, Caracas, Monte Ávila Editores, 1980, pp. 136-137). La patria es construcción de humanidad, de almas nobles que no se van a doblegar ante el american way of life o el eurocentrismo. La patria es la cotidianidad de los menesteres sencillos de una vida. Como escribió Alfredo Armas Alfonso al final de sus cuentos como fórmula para resucitar a Dios: “La patria no es un pedazo de suelo bajo un pedazo de cielo…La patria es también Tura, la hermana de la madre; la otra madre…La patria es el amor de Tura” (Alfredo Armas Alfonso, El Osario de Dios, Caracas, Monte Ávila Editores, 1978, p. 189). Cantó Alí Primera La patria es el hombre y Jorge Luis Borges alabó que la patria somos todos. Así que, recuperemos a nuestros líderes históricos y demos lo mejor por nuestra patria. Hay patria si hay amor, no la hay con egoísmo.

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