Por Salvador Montoya/Escritor
Del
concepto de pueblo que tengan los regímenes políticos dependerá la democracia
genuina que se vivirá. En nuestra historia venezolana antes de la conquista
española los diferentes grupos indígenas concebían el poder político como un
hecho colectivo. Por ello su vivencia era comunitaria y antiautoritaria. Con la
llegada del Imperio español fuimos esclavizados y colonizados, pues el pueblo
sólo existía para tener una mentalidad servil. Luego con la independencia llegó
el pueblo a tener derecho de ser ciudadano, sin embargo, en esas repúblicas
oligárquicas no eras del todo ciudadano sino sabías leer, escribir y tener un
gran capital. Así se mantuvo hasta con la democracia representativa: el pueblo
como era inculto, flojo y mediocre no tenía derecho a educación, salud y demás
beneficios republicanos. Esa era la concepción.
Ahora
bien, con la doctrina neoliberal se hace acérrimo el tratamiento al pueblo. El neoliberalismo sostiene que para llegar
al verdadero desarrollo se debe desconocer la historia de los pueblos.
Puntualiza el infame historiador venezolano Edgardo Mandolfi Gudat ante la
pregunta: “¿La historia hastiante?”,
Mandolfi responde que: “Bolívar. Necesita vacaciones.” (El Nacional, 16/09/2012, p. 2). En otras
palabras, tener identidad histórica es algo baldío, disoluto, soez. El
neoliberal no necesita un pueblo culto y soberano sino seres estúpidos y
bobitos engreídos. Además, el
neoliberalismo se afirma en ignorar la participación y el protagonismo de los
movimientos populares. Si leemos a Von Hayek, a Milton Friedman, a Robert
Nozick o a cualquiera de los voceros de esos apóstoles neoliberales, no
encontraremos una cita a confrontar ideas con los pueblos o a dialogar sobre las
propuestas y visiones populares. Es la dictadura del pensamiento neoliberal.
Por consiguiente, el neoliberalismo
transgrede letalmente la dignidad humana. Porque los tecnócratas para hacer
funcionar su sistema falaz precisan dejar sin trabajos y sin seguridad social a
multitudes, apartando al pueblo de cualquier beneficio. Los pueblos deben asumir
su rol minusválido, pues están jodidos por la historia. De esas inmundicias
emergieron El Caracazo, los indignados europeos, los jóvenes rebeldes chilenos.
Bolívar no está de vacaciones, ni los pueblos tampoco, Bolívar está activo
guiando la libertad de los pueblos.