los caminos del silencio
y el fakir de tu desdicha
siguen en mi rencor
padeciendo
de auroras,
de descansos lascivos:
condenado
a saber que ningún
fracaso ultime
los otros,
augurando que el deseo
no lo contiene
un cuerpo
celeste o ardiente,
bajo
el puño
de los sueños
me envuelvo en tu piel
de cielo.
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