lunes, 3 de agosto de 2009

El Maestro de cada Día.


La voz del sentimiento y de la vida es el heraldo del alma, conoce con pasión la noción del arte y la naturaleza de las cosas. Ser un Hombre de a pie me permite percibir y sentir la dialéctica de las gentes y ver que les sigue quedando esperanza después de la devacle: escucho la voz de lo eterno en tí. Las virtudes y los vicios, los lenguajes y los pensamientos, entre el mar de amores y las bendiciones hacen emigrar voces, voces que anuncian buenas nuevas, voces que anuncian la llegada de la felicidad.

Un pintor, cansado de discusiones morales, se le encarga que dibuje la alegría. Cuando toma el pincel y las pinturas y se pone con plenitud a realizar la obra sobre el lienzo, descubre que ha perdido su talento y el sentimiento. Entonces sale a la ciudad, visita a su familia, hace tertulias con sus amigos y compra un ave. También compra la jaula. El pintor ama más a la jaula que al pájaro. El ave, al tiempo se escapa y el aún guarda con devoción la jaula. Allí, justamente allí, lo conmueve la alegría.

El pintor como la humanidad tiene un arte que ejercer pero si no llega a entender qué es lo temporal y qué es lo duradero se frenara la osadía de crear una alegría que valga la pena. El corazón, mientras tanto, sigue lleno de utopías y la ciudad anárquica es testigo y protagonista del Maestro de cada Día: la voz, la tuya, la mía, la divina, la nuestra como un racimo, como el vino, como un camino.

No hay comentarios:

Publicar un comentario