Iba
de puerta en puerta. El oficio de fotógrafo itinerante le daba lo mínimo de
subsistencia. Tenía a su mujer embarazada. Por meses un comedor popular les
proveía sustento gratuito. Entonces hizo la oración: “Dios, si tú me das un
buen trabajo, yo me entrego a tus caminos”. Vestía una camisa vieja, de estampado
triste. Calzaba unas cotizas destruidas. Meses después de la plegaria pudo
conseguir un buen empleo. Han pasado de esa época 7 años. Hoy está en la mesa
de mi casa, compartiendo un almuerzo criollo. “¿Tú crees que Dios escuchó lo
que le pedí?”. Su hermano nos acompaña a
la mesa. Y el devoto nos arenga: “Más que eso, yo sabía que él me respondió,
pero pasé 5 años sin seguir sus caminos. ¿Por qué? Yo no quería servirle para
estar amargado, sin ser como soy yo: echador de broma, fiestero, cuenta chistes.
Tú sabes, se enseñó que aquel que sigue el camino de Jesús es un tipo encerrado
en sí mismo. Sin embargo, Jesús era todo lo contrario”. Luego nos cuenta cómo
fue transformando sus principios de vida, los tropiezos y los retos que ha
enfrentado y nos lanza su certeza: “Yo no dependo de este trabajo que tengo,
Dios me ha dado una misión, cumplirla es mi trabajo. Ya tengo 2 años en eso”. Y
quien cumple con esa misión no vivirá en vano su vida, influenciará toda su
generación, toda su historia. Él es uno de los genuinos discípulos de Jesús.
domingo, 3 de marzo de 2013
martes, 26 de febrero de 2013
ERGUIDO
Creo en tu pezón erguido en mi boca.
En la saliva (que en ese instante)
Que se traga la palabra amor.
Pues, la oscuridad ilumina
Hasta los más brillantes
Mediodías del sol
De tu pecho.
martes, 12 de febrero de 2013
ARQUITECTURA DEL DISCURSO DE LIBERACIÓN
Por Salvador Montoya/Escritor
Ser libre es tener un vocabulario de
emancipación. Descubrió el poeta venezolano Gustavo Pereira
que una de nuestras comunidades indígenas tiene este concepto muy fuertemente
arraigado: “Los pemón llaman al sabio a
la persona que posee conocimientos y sabe expresarlo Maimú sak (señor o gobernador de las palabras)
mientras que al charlatán o parlanchín le dicen Maimú yen, que significa literalmente ‘saco de
palabras’” (Gustavo Pereira, Costado
indio, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 2001, p. 42). Ser libre es cultivarse en el arte de las palabras. No es el hablar
bonito, es usar el poder de la franqueza, de la asertividad por medio de la
conciencia histórica. Los débiles, los mediocres no tienen dominio sobre sus
palabras, sólo repiten viejas consejas, rumores y clichés. Ser libre es dominar tu historia, tu conciencia por las palabras que
crees, que vives y que compartes. Tus palabras definen tu destino, tu
carácter y tu prosperidad. Es 1811, Venezuela está en un hervidero político y
cultural. Un joven que está por cumplir 28 años comparte en una Sociedad
Patriótica los sentimientos de libertad y de independencia. Sin embargo, mucha
gente de poder político imperial y de poder económico se resigna a no hacer
caer el régimen colonial que tiene 3 siglos de mandato. Hay confusión, dudas,
contradicciones. Entonces el joven les arenga brevemente para que salgan del
letargo, de las vacilaciones, de las incertidumbres: “¡Que los grandes proyectos deben prepararse con calma! Trescientos años
de calma, ¿no bastan?...Pongamos sin temor la piedra fundamental de la libertad
suramericana: vacilar es perdernos” (Simón Bolívar, Doctrina del Libertador, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 2009, p.
51). Ese lacónico discurso de Simón Bolívar, el 3 de julio de 1811, de 197
palabras contiene todo el léxico que va derrotar al imperio español y traer una
nueva cultura de independencia política. Ser
libre es tener poder por las palabras que le vivifican, le fortalecen esa
libertad. Y ese estilo de comunicación construye una actitud de lucha. Jesús
de Nazaret, al enviar a sus discípulos a hacer su misión, les dijo: “He aquí, yo os envío como a ovejas en medio
de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas”
(Mateo 10.16). Ser libre es tener la
actitud de combate con prudencia y sencillez. Escribe Arturo Uslar Pietri
que en un cuento sobre el preste Juan de las Indias, éste le pregunta al rey
Federico II cuál es la cosa más importante para el hombre. “El emperador, sabio y prudente, se queda
meditando un instante, y da luego esta respuesta admirable, que encierra lo que
pudiéramos llamar la esencia del pensamiento del hombre occidental y su concepción
moral de la vida: “Lo más importante para el hombre es la mesura”, es decir, la medida, la proporción, el
equilibrio, la ausencia de exceso” (Arturo Uslar Pietri, Valores Humanos, Tomo I, Madrid, Editorial
Mediterráneo, 1975, p. 144). Ser libre
es administrar con equilibrio el tiempo de la vida, no dejarnos destruir por
las banalidades o los excesos del mundo contemporáneo. Y esa mesura nos
proveerá una sencillez admirable con la cual enfrentaremos cualquier obstáculo
o enemistades. Cuenta Eduardo Galeano, ese mago de las historias, que Ho Chi
Minh, hombre valeroso que derrotó a los ejércitos franceses y norteamericanos: “El tío Ho se parecía poco a los jefes de
otras revoluciones. En cierta ocasión, un militante volvió de una aldea y le
informó que no había manera de organizar a esa gente: -Son unos budistas
atrasados, se pasan todo el día meditando. –Vuelva y medite- mandó el tío Ho (Eduardo Galeano, Los hijos de los días, Buenos Aires,
Siglo XXI Editores, 2012, p. 153). Ser libre
es actuar con la sencillez de entender a las personas, respetarlas y amarlas.
Hay verdaderos cambios cuando se milita en los sueños y en los avatares de la
gente. Por tanto, ser libre es bailar lo
divino que nos mueve la existencia. Cantó el poeta rumano Lucian Blaga en
1919: “¡Oh, quiero bailar como nunca he
bailado!/ Que no se sienta Dios/ en mí/ un esclavo en la cárcel, encadenado”
(Lucian Blaga, Los poemas de la luz,
Caracas, Fundarte, 1985, p. 13). Liberar
a Dios en nuestra vida es ser libre. Toda nuestra potencialidad humana en
positivo al expandirse crea una libertad creativa y maravillosa. Mucha gente
está esclava de la postmodernidad, de antivalores y de una cosificación
genocida, es tiempo de despertar y bailar nuestra vida en fraternidad y
lucidez. El joven, además de borracho, fue metido en la cárcel porque era muy
violento, rompía cosas. Allí en la prisión trata de enmendarlo un jesuita. Sin embargo,
se escapa de la cárcel con la ayuda del jesuita. Tenía 17 años. “Y ahí me encontré con un vagabundo que me
dijo: “Oye, ven aquí, imbécil, te veo
pasar todas las noches como un miserable ¿no te dijeron que sos príncipe?”. “¿Cómo
príncipe?”, le dije. “Ah ¿no sabías eso? ¿No sabías que sos príncipe?”. Y me
dice señalando el cielo: “¿Cómo le llamas al hijo del Rey?”. Y acá estoy. Canté
de pura alegría…A mí me salvó Jesús, porque conocí El Sermón de la Montaña esa noche cuando el vagabundo me dijo que
era un príncipe…Y ese fue mi programa de vida. Yo estaba contento que lo
contaba por los campos: ¡Carajo, somos príncipes!...Así me fue llevando la
gente y un día, a los 22 años, estaba arriba de un escenario y no bajé más”
(Leonardo Padrón, Los imposibles 2, Caracas,
Editorial Santillana, pp. 23-24). Así contaba el trovador argentino Facundo
Cabral su descubrimiento del baile de la libertad, de estar poseído por un Dios
emancipado. Porque ser libre es vivir y
contar la vida y compartirla sabiendo que lo divino es nuestra liberación
también. lunes, 11 de febrero de 2013
ROCK EN EL LLANO: CANTACLARO EN SU VANGUARDIA
Por Salvador Montoya/Escritor
Afirma
el escudo del estado Guárico como certera invitación que: “Si amas la libertad, ven a mis pampas”. Y ya que el rock es por
naturaleza libertario, encuentra geografía y oficio en el llano. En 1934,
Rómulo Gallegos ese gran literato, sacó su tesoro textual Cantaclaro, novela que cuenta la vida de un cantor de nuestra
llanura. Florentino Coronado (Cantaclaro)
es un personaje colectivo, un luchador indomable, un trotamundos que avanza en
sus caminos con la confianza que el arte puede transformar la barbarie en
civilización. Sus coplas, sus amores, entretejen una historia furtiva,
paradójica; Cantaclaro con sentido histórico y social está convencido que ese
es el sendero de la libertad. Por tanto, no le teme a ningún obstáculo, de
hecho se enfrenta ante el mismo diablo a defender su tierra, su alma, su
autodeterminación, su conciencia. Cantaclaro como un Orfeo llanero experimenta
caminar por encima de los infiernos. Es Cantaclaro
un precursor de la cultura rock. Por consiguiente, no es alocado el que un
evento como Rock en el Llano tenga
una presencia transformadora en Calabozo, en pleno siglo XXI. Los pioneros de
ese evento (y más que evento, es un movimiento cultural) cuando se les piensa y
se les observa, hablan de talentos, de superar límites; ellos tienen una
filosofía que desecha o torres de cristal o adoraciones al ombligo. Josué
Ojeda, Rodrigo Hernández, Ludo Elvisconti, y otros fundadores de ese movimiento
discuten, hacen música, se ríen de sus contradicciones pero luchan por ser lo que el rock demanda:
combate, amor, búsqueda, sangre. Desde la primera edición del festival en
2011 se ha creado una zona de creatividad y de potenciales en expansión. Quien vive el rock está poseído por la
fuerza de la independencia. Escribió, en su novela apocalíptica Averno, el poeta Gabriel Jiménez Emán que nuestro país se sucumbía ante una
catástrofe de consumismo trasnacional, de postmodernidad fallida y de desidia
pero fue rescatada de esa debacle por un movimiento cultural constituido por
jóvenes artistas, cantantes, poetas, pintores, cultores de la dignidad humana
llamados Vanguardia Ética. Quien vive el rock supera los avernos de la
indiferencia y de la dictadura de lo mediocre. Ahora este próximo mes de
marzo -el 15 y 16- tendremos otra edición del Festival Rock en el Llano. Nos acompañaran las siguientes bandas: Ojiva,
Soul Collector, Arsenal V, Self Made, Incore, Skull Grinders, Banda XL, Dal
Segno, Séptima Carta, Bonzay, Hipodermis, Kiakra, Plaza 59, Miss Cabaret. Quien vive el rock participa de la
liberación compartiéndola con otros. Estos Cantaclaros no llevan coplas o
cuatros o montan caballos, estos nuevos Cantaclaros usan guitarras, y otros
diversos instrumentos pero transitan el mismo sendero de emancipación. Cuando
participo en sus conciertos, coreo sus canciones, bailo en sus fiestas,
converso con ellos de cualquier tema veo a Cantaclaro. Porque Rock en el Llano es Cantaclaro en su
vanguardia. Puntero en la soledad/que
enlutan llamas de ayer/Parece que va soñando/ con la sabana en la sien. Así
describió el poeta Alberto Arvelo Torrealba a Cantaclaro. Quien vive el rock sabe que el llano es descollante de sueños y de
libertad. Sí, es puntero de rock y por eso ven a mis pampas.
jueves, 31 de enero de 2013
ANDAR TRAS UNA PREGUNTA
Por Salvador Montoya/Escritor
El exquisito escritor
Edmond Jabés escribió en su texto de culto El
libro de las preguntas que: “Pensar
es andar tras una pregunta”. De tal
interrogante emergen los diálogos que tendremos con la vida, las conjeturas que
haremos sobre nuestras vivencias y proyectos y las conclusiones que sintetizaremos
de lo que somos. Por los años 90 del siglo XX, los investigadores James
Patterson y Peter Kim hicieron unas series de encuestas a la población
norteamericana. Una de ellas versaba sobre la pregunta: ¿qué harías por diez
millones de dólares? Le ofrecían a los entrevistados las siguientes opciones:
ceder a los hijos en adopción, cambiar de raza, prostituirse por una semana,
renunciar a la ciudadanía, abandonar la pareja, matar a un desconocido, dejar
la iglesia, hacerse un cambio de sexo quirúrgico, abandonar la familia. El
resultado fue que todos los entrevistados se decidieron por algunas de las opciones.
(Véase James Patterson y Peter Kim, The
day America told the truth, New York, Prentice Hall Press, 1991). Esa pregunta definió
el precio de la vida de una cultura. Porque
las preguntas definen la dignidad fáctica que posee una persona. Josep Muñoz
Redón en su ensayo El libro de las
preguntas desconcertantes propuso con sarcasmo y elegancia pensar sobre las 18 inquisiciones del hombre: vida,
hombre, cultura, libertad, bien, lenguaje, verdad, placer, amor, filosofía,
sociedad, poder, tiempo, historia, belleza, felicidad, justicia, ser. Las 18 interrogantes son desconcertantes no
para vaciar al hombre de sus valores sino para potenciar su espíritu y elevarlo
para cosas maravillosas y desafiantes. Mortimer Adler, famoso editor de la
Enciclopedia Británica, reprochado por su carga eurocéntrica en sus planteamientos,
sin embargo, él definió que la cultura humana ha dado 103 grandes ideas. A través de esas 103 ideas dialogamos y pensamos
lo que somos. Por ello, quien anda tras
la pregunta de seguro se equivocará, pero tendrá el placer y el goce de pensar
su humanidad y no dejarse llevar por aquellos que odian el pensamiento.
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