Por Salvador Montoya/Escritor
Hay un cuento escrito por García Márquez hermosísimo. Se titula El drama del desencantado; trata sobre un hombre que desesperado por no encontrarle encanto a la vida decide suicidarse lanzándose desde el último piso de su edificio. Pero sucedió que mientras iba descendiendo por los aires miró las cosas de la vida a través de las escenas de los otros apartamentos y cuando se dio cuenta que la vida valía la pena de ser vivida no tuvo más chance porque su cuerpo se estrelló sobre el pavimento. Sabemos que el cristianismo se nutre de la enseñanza de Jesús de Nazaret, pero ¿cuántos de de verdad han leído los evangelios bíblicos? Es más, ¿cuántos que se llaman cristianos han leído la Biblia completamente? ¿Somos cristianos encantados o desencantados?
Ahora bien, el modo y la calidad de vida que asumimos al hacer nuestras las enseñanzas de Jesucristo es lo que llamamos cristiandad. Como cada pueblo y cada región tienen sus especificidades le da un matiz distinto a la esencia del cristianismo. En el caso de la postmodernidad asienta Lipovetsky en su libro La era del vacío que el postmoderno “va disecando su propio ridículo, presentándose a sí mismo y al espectador el espejo de su Yo devaluado” (Gilles Lipovetsky, La era del vacío, Barcelona, Anagrama, 1986, pp. 144-145). Por su parte Luis Britto García afirma que la postmodernidad es “arquitectura sin función, arte sin desafío, literatura sin experimentación, comprensión sin compromiso” (Luis Britto García, Conciencia de América Latina, Caracas, Editorial Nueva Sociedad, 2002, p. 170). Por ello, una cristiandad postmoderna predica que todos los valores, todo lo humano -ética, historia, política, estética, cultura, compromiso- se irían al pipote de la basura. ¿Cómo es posible que se llegue a tal paranoia, a tal juego absurdo?
La operación es sencilla, tiene 3 factores efectivos. En primer lugar, los líderes cristianos en todos sus niveles de jerarquía jamás disertan, exhortan y demuestran las causas estructurales de la pobreza en nuestros países. Jamás critican el sistema de exclusión en que nos encontramos. Sus enseñanzas en cuanto a ese tema son evasivas, camaleónicas y tibias. Sin liberación de los oprimidos no habrá cristianismo verdadero. En segundo lugar, no reconocer el liderazgo histórico de nuestros dirigentes pasados y presentes. Es decir, para los líderes cristianos postmodernos (sean telepredicadores o no) Bolívar, San Martín, Eloy Alfaro, Sandino, Artigas, Miranda, Guaicaipuro, Túpac Amaru y miles más, jamás son líderes que son necesarios para activar nuestras luchas contra la maldad, el neocolonialismo y la ignorancia. En sus prédicas usan de ejemplos a los líderes judíos bíblicos pero les dan asco los nuestroslatinoamericanos. Esos líderes postmodernos piensan que los latinoamericanos son pura desidia, caos, irracionalidad, vacíos. Sin el rescate histórico de nuestra memoria y liderazgo nunca habrá cristianismo genuino.
Y en último lugar, los líderes cristianos postmodernos no promueven una conciencia crítica en los pueblos. No hacen referencia a libros, filosofías, estudios, documentos de un pensar revolucionario constructivo. Viven en una metafísica teológica y en un misticismo efímero. Por eso han excluido de las iglesias a escritores, a dramaturgos, a científicos, a las artes y ciencias en general. Donde no hay conciencia crítica jamás se vivirá el cristianismo veraz. Decidamos pues: ser postmodernos desencantados o cristianos de la estirpe de Jesús de Nazaret.
sábado, 7 de enero de 2012
SER CRISTIANO PROTESTANTE EN VENEZUELA (II PARTE)
Por Salvador Montoya/ Escritor
Entre 1916 y 1974, el cristiano protestante en Venezuela había pasado de ser “gente que traía el mal”, según la opinión de Uslar Pietri, a ser “una mezcla extraña” de marxismo y cristianismo, de acuerdo a Liendo. Además Neptalí, el personaje literario de Liendo, era audaz y poseía una formación política superior. Era más que un teólogo de la liberación. ¿Cuántos cristianos protestantes en la actualidad tienen esas cualidades? Ahora bien, después del brutal Caracazo de 1989, el psicoterapeuta venezolano Manuel Barroso, en su obra La autoestima del venezolano juzga así el papel del religioso protestante y católico: “Y el liderazgo religioso también ha siso excesivamente tímido y limitado por improvisaciones de afuera y amenazas de adentro. La jerarquía ha fracasado en la defensa del pobre y de los valores esenciales, con la voz fuerte de la conciencia porque ha carecido de contacto personal y social con su propia gente. Y el religioso sensible y consagrado se debate entre una obediencia a ciegas y la responsabilidad con sus propias necesidades, entre una vocación que le exige “no meterse en política” y un llamamiento al servicio donde, hoy más que nunca, el mensaje del evangelio es perentorio” (Manuel Barroso, La autoestima del venezolano, Caracas, Editorial Galac, 1992, pp. 10-11). ¡Qué realidad tan fuerte! La corrupción moral de un país se refleja cuando sus dirigentes cristianos fracasan “en la defensa del pobre y de los valores esenciales”. El cristiano protestante debe superar la exclusión y los dogmatismos y vivir y compartir el evangelio perentorio de Jesús de Nazaret.
Sin embargo en los trece años siguientes hubo un despertar profundo del cristianismo protestante que produce el siguiente análisis por los antropólogos venezolanos Iraida Vargas y Mario Sanoja, en 2003, en su libro Razones para una revolución, cuando revelan que: “…el papel protagónico que están jugando las iglesias evangélicas en función de un orden social más justo. Como sus evangelizadores son gente del común: trabajadores, amas de casa, profesionales, ejecutivos, el mensaje evangélico puede llegar directamente a las personas, a sus angustias y frustraciones, a sus temores, insertando a los individuos dentro de una matriz de solidaridad humana y social sin exigirles, como es el caso de las Iglesias Universales renunciar a sus credos religiosos. Las sectas evangélicas has asumido en estos casos el carácter de una forma de resistencia entre la pobreza, la opresión económica y la injusticia, expresando un mensaje de unidad y de colaboración clasista, sin prejuicios étnicos o sociales, entre los diferentes sectores de la clase media, clases populares y pobres de Venezuela” (Mario Sanoja e Iraida Vargas, Razones para una revolución, Monte Ávila Editores, 2005, pp. 64-65). Y esto lo decían en las circunstancias sociales del Golpe de Estado de 2002 al gobierno democrático de Hugo Chávez. Las palabras de los antropólogos son el reconocimiento científico a una labor incansable de multitudes de cristianos protestantes que muchas veces son ridiculizados y menospreciados por los mass media y el establishment venezolano.
Por ese infatigable trabajo, asienta en su columna dominical, el periodista Domingo Díaz Rangel, que según la encuestadora GIS XXI en Caracas “17% dijo ser evangélico, lo que parece mostrar pastores que han ocupado posiciones en los barrios” (Últimas Noticias, 27/03/2011, p. 13). Hoy más que nunca los cristianos protestantes proclaman lo que afirmaba el apóstol Pablo: “No me avergüenzo del evangelio porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree” (Romanos 1.16). Se está consciente que hay que superar clichés y costumbres mediocres, estructuras mohosas y exclusiones írritas pero el camino del cristianismo sigue siendo el camino para la liberación de los pueblos. Como decía Franz Fanon: “Cada generación debe descubrir su destino para después cumplirlo o traicionarlo”. El destino generacional del cristiano protestante es realizarlo sin vacilaciones.
Entre 1916 y 1974, el cristiano protestante en Venezuela había pasado de ser “gente que traía el mal”, según la opinión de Uslar Pietri, a ser “una mezcla extraña” de marxismo y cristianismo, de acuerdo a Liendo. Además Neptalí, el personaje literario de Liendo, era audaz y poseía una formación política superior. Era más que un teólogo de la liberación. ¿Cuántos cristianos protestantes en la actualidad tienen esas cualidades? Ahora bien, después del brutal Caracazo de 1989, el psicoterapeuta venezolano Manuel Barroso, en su obra La autoestima del venezolano juzga así el papel del religioso protestante y católico: “Y el liderazgo religioso también ha siso excesivamente tímido y limitado por improvisaciones de afuera y amenazas de adentro. La jerarquía ha fracasado en la defensa del pobre y de los valores esenciales, con la voz fuerte de la conciencia porque ha carecido de contacto personal y social con su propia gente. Y el religioso sensible y consagrado se debate entre una obediencia a ciegas y la responsabilidad con sus propias necesidades, entre una vocación que le exige “no meterse en política” y un llamamiento al servicio donde, hoy más que nunca, el mensaje del evangelio es perentorio” (Manuel Barroso, La autoestima del venezolano, Caracas, Editorial Galac, 1992, pp. 10-11). ¡Qué realidad tan fuerte! La corrupción moral de un país se refleja cuando sus dirigentes cristianos fracasan “en la defensa del pobre y de los valores esenciales”. El cristiano protestante debe superar la exclusión y los dogmatismos y vivir y compartir el evangelio perentorio de Jesús de Nazaret.
Sin embargo en los trece años siguientes hubo un despertar profundo del cristianismo protestante que produce el siguiente análisis por los antropólogos venezolanos Iraida Vargas y Mario Sanoja, en 2003, en su libro Razones para una revolución, cuando revelan que: “…el papel protagónico que están jugando las iglesias evangélicas en función de un orden social más justo. Como sus evangelizadores son gente del común: trabajadores, amas de casa, profesionales, ejecutivos, el mensaje evangélico puede llegar directamente a las personas, a sus angustias y frustraciones, a sus temores, insertando a los individuos dentro de una matriz de solidaridad humana y social sin exigirles, como es el caso de las Iglesias Universales renunciar a sus credos religiosos. Las sectas evangélicas has asumido en estos casos el carácter de una forma de resistencia entre la pobreza, la opresión económica y la injusticia, expresando un mensaje de unidad y de colaboración clasista, sin prejuicios étnicos o sociales, entre los diferentes sectores de la clase media, clases populares y pobres de Venezuela” (Mario Sanoja e Iraida Vargas, Razones para una revolución, Monte Ávila Editores, 2005, pp. 64-65). Y esto lo decían en las circunstancias sociales del Golpe de Estado de 2002 al gobierno democrático de Hugo Chávez. Las palabras de los antropólogos son el reconocimiento científico a una labor incansable de multitudes de cristianos protestantes que muchas veces son ridiculizados y menospreciados por los mass media y el establishment venezolano.
Por ese infatigable trabajo, asienta en su columna dominical, el periodista Domingo Díaz Rangel, que según la encuestadora GIS XXI en Caracas “17% dijo ser evangélico, lo que parece mostrar pastores que han ocupado posiciones en los barrios” (Últimas Noticias, 27/03/2011, p. 13). Hoy más que nunca los cristianos protestantes proclaman lo que afirmaba el apóstol Pablo: “No me avergüenzo del evangelio porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree” (Romanos 1.16). Se está consciente que hay que superar clichés y costumbres mediocres, estructuras mohosas y exclusiones írritas pero el camino del cristianismo sigue siendo el camino para la liberación de los pueblos. Como decía Franz Fanon: “Cada generación debe descubrir su destino para después cumplirlo o traicionarlo”. El destino generacional del cristiano protestante es realizarlo sin vacilaciones.
viernes, 6 de enero de 2012
SER CRISTIANO PROTESTANTE EN VENEZUELA (I PARTE)
Por Salvador Montoya/Escritor
Una teología del Tercer Mundo tiene que tener en cuenta esta situación histórica.
Tiene que preguntar: ¿qué papel ha estado desempeñado la Iglesia en este proceso
en cada etapa y en cada situación?, ¿cómo reaccionaron los cristianos al fenómeno
de la invasión occidental de otros pueblos?, ¿cuál fue la teología prevaleciente?,
¿cómo la teología cristiana se relaciona a la explotación continuada de hoy en el
mundo?, ¿qué aportará la construcción de una sociedad justa mundial?, ¿qué aporte
dará la Iglesia a la liberación de los pueblos oprimidos, que han sufrido largo tiempo
debido a la dominación sexista, racial y clasista?
Enrique DUSSEL, Religión, México, Edicol, 1977, p. 256
Escribe el filósofo griego Kostas Axelos en su libro Introducción a un pensar futuro: “El hombre del humanismo, el hombre de la apatridad, de la alienación, del subjetivismo y del objetivismo, en ninguna parte se encuentra consigo mismo; su esencia le es ajena”1. La razón de este trágico desenlace es que el hombre ignora su historia y por ende no posee conciencia de quien es. Por tanto, si es verdadera la fe cristiana evangélica, es histórica en sus raíces y en su progresar. Evadir su contenido es establecer prácticas erráticas. Para fines de nuestro breve ensayo tomaremos en cuenta la evolución del cristianismo protestante en Venezuela.
Según el investigador católico Jacinto Ayerra la primera congregación luterana del país, cuyo pastor fue enviado de Berlín, llamado Ramín de Beelitz, “celebró los primeros oficios religiosos en Caracas el 1 de enero de 1894”, sin embargo, en 1878 ya un metodista norteamericano había fundado “la iglesia “El Mesías” en Caracas, en la esquina de Llaguno”2. La población venezolana no llegaba a los 2 millones y medio. Y su tendencia religiosa era el catolicismo conservador, que ocupaba todas las esferas sociales desde hacía 400 años. No obstante, en 1949 el escritor y político Arturo Uslar Pietri publica su tercer libro de cuentos Treinta hombres con sus sombras. Uno de esos relatos literarios tiene que ver con una venganza religiosa: la víctima es la hija de un pastor protestante asesinada por una turba católica enardecida. El cuento se titula Los Herejes3. Cuarenta años después el intelectual Arturo Uslar Pietri confiesa los orígenes de esa narración al decir: “Los Herejes: fue una experiencia mía. Cuando yo era muchacho en Maracay-yo tendría diez o doce años- se estableció uno de estos misioneros evangélicos y se le ocurrió poner una capillita evangélica, un ranchito en las afueras de Maracay que entonces era una aldea de seis mil habitantes. Eso fue un escándalo. El cura todos los domingos en la misa decía unos sermones savonoralescos contra aquella especie de amenaza, de perdición, contra aquella gente que traía mal, contra aquellos herejes que se habían instalado allí. Y eso llegó al extremo de que una noche, una tarde, el cura organizó una especie de procesión-yo participé en ella- en que fuimos todos allá materialmente a injuriar a toda esa gente. Naturalmente, no pasó lo que pasa en el cuento; pero era una experiencia viva aquella de aquel día”4.
Uslar Pietri nació en 1906 y la experiencia religiosa que cuenta se pudo dar entre 1916-1918, época en que su padre era el Jefe Civil de Cagua, era presidente de Venezuela el dictador Gómez5. Ya en ese tiempo los protestantes o evangélicos “éramos gente que traía el mal”. Ahora bien, para el año de 1975 el narrador venezolano Eduardo Liendo publica su novela Los topos que nos lleva a contemplar la vida de los jóvenes guerrilleros de los sesenta con sus luces y sombras. Pero en una de las escenas cuando se van a escapar de Tacarigua, Liendo nos asombra con esta perla: “Los hombres han sido divididos en grupos de seis que saldrán del túnel con intervalos de diez minutos. El primero en recorrerlo y salir del otro lado de la cerca será Neptalí, un hombre de la sierra coriana. Por su familiaridad con la montaña se le juzga apto para ser guía de su grupo, la zona que rodea el fortín es un barranco lleno de matorrales que deben recorrer antes de llegar a la vieja La Guaira. Además, Neptalí, audaz como la mayoría de los hombres de la sierra, posee una formación política superior a la del resto de sus paisanos. Sus ideas son una mezcla extraña, es marxista y pastor evangélico al mismo tiempo”6. Y Neptalí fue el único que se pudo escapar. En otras palabras, los protestantes no sólo tienen un culto particular sino que asumen los desafíos de su sociedad. Ahora somos “una mezcla extraña” (no más herejes) que busca libertad e igualdad para su pueblo. Ser cristiano protestante, entonces es tener denuedo para servir a Dios y al prójimo libre u oprimido. (Continuará)
NOTAS
1. Kostas Axelos, Introducción al pensar futuro, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1973, p. 60
2. Jacinto Ayerra, Los protestantes en Venezuela, Caracas, Ediciones Trípode, 1980, pp. 12,13
3. Arturo Uslar Pietri, Treinta hombres con sus sombras, Caracas, Editorial Losada, 1974, pp. 43-50
4. Arturo Uslar Pietri, 33 cuentos, Caracas, PDVSA, 1986, p. XXI
5. Rafael Arráiz Lucca, Arturo Uslar Pietri, Caracas, El Nacional, 2006, pp. 9-12
6. Eduardo Liendo, Los Topos, Caracas, Monte Ávila Editores Latinoamericana, 1999, pp. 36-37
Una teología del Tercer Mundo tiene que tener en cuenta esta situación histórica.
Tiene que preguntar: ¿qué papel ha estado desempeñado la Iglesia en este proceso
en cada etapa y en cada situación?, ¿cómo reaccionaron los cristianos al fenómeno
de la invasión occidental de otros pueblos?, ¿cuál fue la teología prevaleciente?,
¿cómo la teología cristiana se relaciona a la explotación continuada de hoy en el
mundo?, ¿qué aportará la construcción de una sociedad justa mundial?, ¿qué aporte
dará la Iglesia a la liberación de los pueblos oprimidos, que han sufrido largo tiempo
debido a la dominación sexista, racial y clasista?
Enrique DUSSEL, Religión, México, Edicol, 1977, p. 256
Escribe el filósofo griego Kostas Axelos en su libro Introducción a un pensar futuro: “El hombre del humanismo, el hombre de la apatridad, de la alienación, del subjetivismo y del objetivismo, en ninguna parte se encuentra consigo mismo; su esencia le es ajena”1. La razón de este trágico desenlace es que el hombre ignora su historia y por ende no posee conciencia de quien es. Por tanto, si es verdadera la fe cristiana evangélica, es histórica en sus raíces y en su progresar. Evadir su contenido es establecer prácticas erráticas. Para fines de nuestro breve ensayo tomaremos en cuenta la evolución del cristianismo protestante en Venezuela.
Según el investigador católico Jacinto Ayerra la primera congregación luterana del país, cuyo pastor fue enviado de Berlín, llamado Ramín de Beelitz, “celebró los primeros oficios religiosos en Caracas el 1 de enero de 1894”, sin embargo, en 1878 ya un metodista norteamericano había fundado “la iglesia “El Mesías” en Caracas, en la esquina de Llaguno”2. La población venezolana no llegaba a los 2 millones y medio. Y su tendencia religiosa era el catolicismo conservador, que ocupaba todas las esferas sociales desde hacía 400 años. No obstante, en 1949 el escritor y político Arturo Uslar Pietri publica su tercer libro de cuentos Treinta hombres con sus sombras. Uno de esos relatos literarios tiene que ver con una venganza religiosa: la víctima es la hija de un pastor protestante asesinada por una turba católica enardecida. El cuento se titula Los Herejes3. Cuarenta años después el intelectual Arturo Uslar Pietri confiesa los orígenes de esa narración al decir: “Los Herejes: fue una experiencia mía. Cuando yo era muchacho en Maracay-yo tendría diez o doce años- se estableció uno de estos misioneros evangélicos y se le ocurrió poner una capillita evangélica, un ranchito en las afueras de Maracay que entonces era una aldea de seis mil habitantes. Eso fue un escándalo. El cura todos los domingos en la misa decía unos sermones savonoralescos contra aquella especie de amenaza, de perdición, contra aquella gente que traía mal, contra aquellos herejes que se habían instalado allí. Y eso llegó al extremo de que una noche, una tarde, el cura organizó una especie de procesión-yo participé en ella- en que fuimos todos allá materialmente a injuriar a toda esa gente. Naturalmente, no pasó lo que pasa en el cuento; pero era una experiencia viva aquella de aquel día”4.
Uslar Pietri nació en 1906 y la experiencia religiosa que cuenta se pudo dar entre 1916-1918, época en que su padre era el Jefe Civil de Cagua, era presidente de Venezuela el dictador Gómez5. Ya en ese tiempo los protestantes o evangélicos “éramos gente que traía el mal”. Ahora bien, para el año de 1975 el narrador venezolano Eduardo Liendo publica su novela Los topos que nos lleva a contemplar la vida de los jóvenes guerrilleros de los sesenta con sus luces y sombras. Pero en una de las escenas cuando se van a escapar de Tacarigua, Liendo nos asombra con esta perla: “Los hombres han sido divididos en grupos de seis que saldrán del túnel con intervalos de diez minutos. El primero en recorrerlo y salir del otro lado de la cerca será Neptalí, un hombre de la sierra coriana. Por su familiaridad con la montaña se le juzga apto para ser guía de su grupo, la zona que rodea el fortín es un barranco lleno de matorrales que deben recorrer antes de llegar a la vieja La Guaira. Además, Neptalí, audaz como la mayoría de los hombres de la sierra, posee una formación política superior a la del resto de sus paisanos. Sus ideas son una mezcla extraña, es marxista y pastor evangélico al mismo tiempo”6. Y Neptalí fue el único que se pudo escapar. En otras palabras, los protestantes no sólo tienen un culto particular sino que asumen los desafíos de su sociedad. Ahora somos “una mezcla extraña” (no más herejes) que busca libertad e igualdad para su pueblo. Ser cristiano protestante, entonces es tener denuedo para servir a Dios y al prójimo libre u oprimido. (Continuará)
NOTAS
1. Kostas Axelos, Introducción al pensar futuro, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1973, p. 60
2. Jacinto Ayerra, Los protestantes en Venezuela, Caracas, Ediciones Trípode, 1980, pp. 12,13
3. Arturo Uslar Pietri, Treinta hombres con sus sombras, Caracas, Editorial Losada, 1974, pp. 43-50
4. Arturo Uslar Pietri, 33 cuentos, Caracas, PDVSA, 1986, p. XXI
5. Rafael Arráiz Lucca, Arturo Uslar Pietri, Caracas, El Nacional, 2006, pp. 9-12
6. Eduardo Liendo, Los Topos, Caracas, Monte Ávila Editores Latinoamericana, 1999, pp. 36-37
miércoles, 4 de enero de 2012
THE GREATNESS OF THE JUNK THINKING
By Salvador Montoya/Writer
A great satirist like Jonathan Swift or Mark Twain or Saki in their works may often depict man as a fool. Nevertheless, in our present world we don’t need too much effort or skill to watch fools ruling nations and destroying cultures. Simón Bolivar in his powerful Angostura’s Speech guessed correctly: “An ignorant nation is a blind tool for its own destruction.” (Simón Bolivar, Doctrina Del Libertador, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 2009, p. 178). The greatness of the junk thinking is assumed by the fools as their most loved philosophy. Noam Chomsky points us the 10 strategies of manipulation by the media, the eighth of them says: “To encourage the public to be complacent with mediocrity. Promote the public to believe that the fact is fashionable to be stupid, vulgar and uneducated.” (Noam Chomsky, Las 10 estrategias de manipulación mediática in Últimas Noticias, 20/03/2011, p. 26). So, the doctrine of junk thinking has, at least three factors. Living without historical consciousness is the goal of the fools. If we want to criticize our World-System, the establishment tells us that we don’t need to read Bordieu, Marx, Dussel, Wallerstein and their studies and theories. We just need to be dominated by the laws of the market. In other words, we are excluded from the history, literature, arts, and culture. A person without identity is a stupid. The wonderful Venezuelan satirist Otrova Gomás wrote in his book El hombre más malo del mundo about a society without purposes. If we accept to live without an actual democracy, without a good health and education system: we are breathing junk thinking. When we shout: the people united will never be defeated; we are talking about wise and conscious people, not about garbage thinking.
martes, 3 de enero de 2012
CLICHÉS PARA DUMMIES
Por Salvador Montoya/Escritor
Las verdades del mediocre son los clichés. Y todavía más: puede que los imbéciles no los prediquen pero sus vidas los expanden. En su ciclópea novela Viaje al fin de la noche, Céline escarba en la soez y la perfidia que se desarrolla cuando se vive con clichés. Porque de seguro el fin último del mediocre es conocer el grado cero del pensamiento. Por ello ante los acontecimientos políticos, sociales y económicos actuales el camino más concurrido por las mentes es repetir las mismas medias verdades. Si pensar es al decir de Ortega y Gasset: dialogar con las circunstancias, sin embargo hay millones de personas al igual que medios de comunicación que niegan las circunstancias, las excluyen de sus mapas cognitivos. ¿A qué se debe esta situación? Pues tienen el sentido de humanidad atrofiado. Y como mi tarea es multiplicar la estupidez en todos los círculos humanos, propongo enseñar un nuevo curso de relaciones humanas: Clichés para dummies. Y si no sabes que es un dummie: ya lo eres. Asi que, para enfrentar las angustias de los indignados, los retos de la CELAC, el socialismo del siglo XXI y lo genocida del neoliberalismo no apelemos a los estudios de Bordieu, de Marx, de Dussel, de Einstein, de Wittgenstein y de miles más. Sólo ponte en posición de yoga y repite estos clichés toda tu vida y conocerás el nirvana: a mí no me importa la política; la política es sucia; Chávez es un dictador; USA tiene la mejor democracia del mundo; los sudacas son ignorantes, pobres y feos; Venezuela es una mierda; Dios está de acuerdo que se asesinen palestinos; la educación y la salud deben ser un negocio privado; la cultura es tener programas faranduleros; leer no sirve de nada; los comunistas son ateos; los marines son los mejores cristianos; los medios de comunicación dicen la verdad…Amén, Maktub!
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