jueves, 29 de septiembre de 2011

RIHLA


ser es un viaje
entre lo que vemos y lo invisible,
mentira que es
sobre la vida y la muerte...

vivir es una travesía
que en la diástole del infinito
como capas de cebolla
se abre a una luz difusa...

morar es una odisea
de las que no escapan las voces
ellas me traen la nostalgia
y me brindan vida eterna...

rihla es la vida
que se hace camino en tus ojos
lo que Dios golpea
y no es alma ni sombra...

NÍSPERO


yo fui hasta ti:
viciada de crepúsculos...

me herías, gritabas tu hermosura
¿sabías que el silencio se llenaba de ternura?

yo fui hasta la locura:
cabalgué sobre soles oscuros...

tu cabellera despertaba mi sueño
¿presentías que nuestro beso es breve?

yo fui hasta lo que no fuimos:
la utopía la vivimos a deshoras...

mía tu espalda y comí tu níspero:
la luna de tu cuerpo brilló en mi noche...

¿CÓMO UN MUNICIPIO LLEGA A SER MEDIOCRE?


¿CÓMO UN MUNICIPIO LLEGA A SER MEDIOCRE?
(Manual para Alcaldes)
Por Salvador Montoya/Escritor

Respuesta 1: Gasta mucho del presupuesto municipal en fiestas inútiles para alimentar la avaricia y la estupidez de los grupos de aduladores que siempre te acompañan.
Respuesta 2: Saca un programa televisivo y repítelo por muchas emisoras radiales donde expongas con verbo saturado de consignas tus mezquindades y tus mentiras con cinismo falaz.
Respuesta 3: Procura nunca caminar por los barrios, a menos que quieras hacerte publicidad y alabarte por cumplir con tus obligaciones.
Respuesta 4: Como eres humano y te ataca el estrés, la impotencia y la presión recurre las veces que puedas a un casino con un grupo de hetairas y libera allí tus deseos reprimidos.
Respuesta 5: Conserva como tu circulo más íntimo a ladrones, a malandros y a corruptos y véndelos a la población como tus consejeros más prolíficos.
Respuesta 6: Cuando un escándalo se levante haciendo quedar mal a tu gestión responde que la ley es como el camaleón.
Respuesta 7: Todas las cosas que hagas: no las dividas en buenas o malas, evita ese dogmatismo, más bien, compórtate como un Mesías sin divinidad y sin milagros, es decir, sé como ellos: intenta ayudarlos y jódelos. Recuerda, el pueblo salva al pueblo.
salvadormontoya86@gmail.com

miércoles, 21 de septiembre de 2011

MI FRACASO

todo se va
hacia el propio abismo...
el río de tu vida
lleva guijarros
envueltos en tus sueños,
no tengo balsa
no tengo horizontes,
soy tan feliz
como
lo puede ser los múltiples caminos
de tus días.

¿Y QUIÉN ES MI PRÓJIMO?


Por Salvador Montoya/ Escritor
En un pasaje bíblico sobre Jesús de Nazaret se relata que un experto en la ley queriéndose justificar a sí mismo ante Cristo, que su conducta era intachable, le inquirió entonces diciéndole: ¿y quién es mi prójimo? Tal pregunta condujo a Jesús a narrar una de sus más agresivas parábolas: la del buen samaritano. La moraleja de ella es contundente: sólo se puede vivir en amor compadeciéndote de tu prójimo. Para el Salvador del Mundo la religiosidad, los títulos académicos, los logros sociales no sobrepasan el hecho de vivir en ayuda inequívoca a tu prójimo. Tu prójimo es tu felicidad. Lo que escribió Sartre en su famoso drama: El infierno son los otros, es el estado pernicioso que el mensaje cristocéntrico busca con ahínco evitar. En nuestra cultura occidental por siglos se les ha enseñado a la gente a ser feliz por sufrimiento, por afán de obtener bienes materiales o por simplemente hacer lo que le venga en gana. Y estructurada esa indiferencia, esa dejadez criminal se invaden países proclamando que se hace en nombre de la democracia; oligarquías vituperan a sus compatriotas porque éstos defienden sus derechos al buen vivir. ¿No puedes amar a tu prójimo porque es pobre o mulato o negro o musulmán o ateo o marginal? Walt Whitman escribió: “Aquel que camina una sola legua sin amor, camina amortajado hacia su propio funeral”. Tu prójimo no es la caricatura mediática del american way of life o la insipidez del eurocentrismo. Tu prójimo es la vida que compartes con los que rodean tu existir, ellos le dan sentido a lo que eres, son tus presentes. Perderlos, es perderte a ti mismo.
salvadormontoya86@gmail.com
(Extracto de conferencia matutina en Hefzibá, Calabozo, 18/09/2011)

domingo, 4 de septiembre de 2011

LA MAGIA DE GALEANO


Leer a Galeano es una de las experiencias perennes que te multiplican el alma...Salvador Montoya



El destino

Albert Londres había viajado a través del mundo y de las gentes y había escrito veinte libros. Había escuchado y contado historias de locos y desterrados, atletas y malandrines, guerreros y damas de la noche. Había escrito sobre los hervideros de furia de los Balcanes y de Argelia y sobre la trata de negros en Dakar y la trata de blancas en Buenos Aires. Había compartido las aventuras y las desventuras de los soldados en las trincheras de la Primera Guerra Mundial, los revolucionarios en las barricadas de Rusia y China, los pescadores de perlas en el golfo de Adén y los presos condenados a infierno perpetuo en la cárcel de Cayena.
Albert había escrito mucho y había andado mucho, hasta más allá del horizonte, cuando una noche encontró lo que buscaba sin saber qué buscaba. Los dioses tuvieron la gentileza o cometieron la crueldad de revelarle lo que él había estado esperando, sin saber qué esperaba, durante todos sus años de vida peregrina. Ocurrió en China, y Albert se puso a escribir un libro que ocupó, desde entonces, todas las horas de su vigilia y de su sueño. Escribió sin parar, sin comer ni dormir, para eso había nacido, ése era el primero y el último y el único libro entre todos sus libros: escribió en la tierra y en la mar, empezó a escribir encerrado en su habitación de un hotel de Shanghai y después siguió escribiendo encerrado en su camarote de un barco llamado "Georges Philppar". Durante todos los días y las noches de la navegación, escribió y escribió, hasta que al llegar a las aguas del mar Rojo el barco se incendió y él no tuvo másremedio que salir a cubierta y a los empujones fue metido en el bote salvavidas.
Ya el bote se estaba alejando del naufragio, cuando Albert se golpeó la frente, gritó ¡mi libro! y se echó al agua. Nadando, llegó. Trepó como pudo al barco en llamas y se metió en el fuego, donde su libro ardía.
Y nunca más se supo de ninguno de los dos.