en cada encuentro
de nuestra historia
la sangre derramada
y los cantos de la libertad
nos obligan
a soñar
un trabajo de hermanos:
a renunciar
a los oros de la vida
a surcar
mediodías con noches
a vivir
en el borde de la palabras
y cuando la tristeza
se encuentre
la guerra de la paz
y las espigas
de tu alma
esten maduras
para ser cosechadas
por el olvido
todas las
muertes vivientes
hacen de mí
un insurgente.
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